Información Jerez Febrero de 2002
Pedro y Juana eran prácticamente dos adolescentes cuando decidieron emigrar, Se decantaron por una emigración descafeinada, decidieron marchar a Madrid, capital del reino, por aquel entonces una dictadura atada y bien atada, según predijo más tarde alguien. Allí el empleo consistía, en la mayoría de los casos, en trabajar como camarero o pinche de cocina en cualquier bar. En casi todos los establecimientos del ramo exponían, con vista a la calle, letreros solicitando dicha mano de obra.
Tan pronto llegaron a Madrid consiguieron trabajo, él como ayudante de cocina en un bar y ella trabajando por horas en labores del hogar; o sea, limpiando suelos, planchando, repasando ropa, etc. Bien es verdad que entonces no existía, me parece, ninguna forma subsidiaria de garantizar, aunque fuera de forma circunstancial, las habichuelas. Por ello, entre otras razones, esos trabajos lo desempeñan actualmente ecuatorianos y marroquíes. Después, mas tarde, los españoles nos fuimos alejando hacia Francia, Alemania, Bélgica... aunque para vergüenza nuestra, según dicen, en los hiper alemanes el único letrero escrito en nuestro idioma decía “Prohibido robar”.
Los hijos de Pedro y Juana están ya casados. Pero ninguno con madrileños, curiosamente sus cónyuges son extremeños, gallegos y castellano-leoneses. Viene a demostrar, entre otras cosas, el alto porcentaje de ciudadanos inmigrantes, procedentes de otras regiones, que existe en Madrid. Los nietos son ya nacidos en la capital de España. A pesar de ello todos, absolutamente todos, incluso estos últimos añoran vivir algún día en la tierra de sus antepasados. Ellos no han conocido ningún drama escénico donde la desnutrición fuese principal interprete de la muerte por hambre. Siento dolor y mucha vergüenza tener que emplear esta maldita palabra.
Los “pibes” argentinos, en cambio, escuálidos y desnutridos mueren, y hacen que me sienta ciudadano del mundo, responsable: confuso y turbado por haber dado lugar a tan tamaña y absurda fechoría. El poder supremo y absoluto de unos pocos, la evasión de capitales de estos oligarcas fuera del país, han sido principalmente la causa que ha llevado a la ruina un país rico y autosuficiente como siempre fue Argentina. Fue un país que recibió durante muchas décadas inmigración española, allí íbamos a hacer las "américas" y muchos ahorraron “plata” suficiente para luego morir de una forma digna acá. Hoy han cambiado las cosas. Por eso quiero dar a nuestros jóvenes este mensaje: que nunca consientan “roldanes” y acciones que lleven a nuestro país a la hecatombe económica. Deben de tener castigo perpetuo hasta tanto no restituyan el dinero robado.
No fue que digamos muy generosa la vida, allá por Madrid, con Pedro y Juana, allí tampoco ataban los perros con longanizas. Pedro murió en la capital del reino, hoy nunca mejor dicho, pero su mujer merced a un “dinerito” que tenían ahorrado compró en el camposanto de Jerez el “sitio” preciso para dormir el sueño eterno. En la lápida han dejado el espacio suficiente para escribir, cuando llegue el momento, el nombre de Juana; ahora es su sueño. Dos inmigrantes que no hicieron fortuna, es verdad, pero encontraron un trabajo con el que sustentar a su prole. Pedro no murió en las aguas del Estrecho en pos de un paraíso que, como ellos, tampoco encontró.
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