Antonio Moure Requena
Con el caso de la expropiación de la antigua Rumasa he tenido siempre serias dudas sobre quien tenía razón: si el embargado o el que ordenó el embargo. Esa es la verdad, siempre he tenido mis dudas y muy serias, no comprendí nunca como una deuda a la Seguridad Social, por muy enorme que fuera en cantidad podría dar lugar a la confiscación, prácticamente, de todos los bienes. Aquí no puede decirse aquello de cosas peores he visto o vivido, porque no han existido, que yo conozca.
Comencé a tener una gran confianza en el resurgir de la familia Ruiz Mateos con la puesta en escena de la Nueva Rumasa. Era fantástico como esta familia estaba levantando cabeza y su economía, al menos de forma aparente, comenzaba a brillar y nuevamente creaba un sinfín de nuevos e innumerables empleos. Ahora bien cuando surgieron los anuncios en la televisión referente a la “venta” de Pagarés a un plazo determinado, con un 8% (ocho x cien) de interés, empecé a sospechar que la cosa no era excesivamente creíble porque nadie vende “duros” a “pesetas”, por muy Ruiz Mateos que sea. Incluso las más avezadas mentes en economía y propietarios de grandes y fecundas empresas hubieran podido generar con las de Ruiz Mateos los beneficios adecuados para atender los pagarés. Los últimos acontecimientos me han dado la razón y llegado el vencimiento de los primeros no han podido ser atendidos, resultaron de momento impagados (tanto en intereses devengados como en el nominal) y se abre una expectativa de suspensión de pagos en algunas de las empresa que compones el grupo “Nueva Rumasa”.
Esta crisis de la Nueva Rumasa encamina sus pasos hacia los juzgados y ya son cientos de inversores los que se han dirigido a distintos bufetes de abogados a fin de recabar información y manera o forma de defender los euros invertidos y en qué situación se encuentran en todo este proceso. Se da la circunstancia que estos pagarés no tienen un nominal común sino dependiendo el mismo de acuerdo con las posibilidades de cada suscriptor. Aunque no soy un hombre muy ducho en estas lides no había visto nada igual. Los abogados están recomendando que todos los afectados se agrupen como si fueran “una sola entidad para acudir al concurso”. Es conocido que en dicho proceso se priorizará y siempre tendrán más posibilidades de cobro aquellos acreedores más importantes en cantidad.
Una vez más Ruiz Mateos tenía sus empresas cogidas con alfileres. Nunca ha podido refinanciarlas. Sabido era que no podía acudir a los bancos –menos aún en los momentos de crisis actuales por los que atravesamos- nadie le hubiera prestado el dinero que necesitaba. Por eso, precisamente, al no poder recurrir a vías normales de financiación recurrió a ofertar pagarés directamente al público, mediante una campaña tremendamente astuta prometiendo el oro y el moro. Ni que decir tiene que las empresas que componen el Grupo Nueva Rumasa eran, según dicen los expertos, deficitarias hasta los ojos y solo una fuerte recapitalización de las mismas las sacaría a flote.
Para finalizar y puesto que no trato de dictar normas económicas salvadoras, he de aconsejar que José María Ruiz Mateos entiendo que a sus años no debió de meterse nuevamente en un follón económico de estas características. Es tiempo de descansar y no complicarse más la existencia con este tipo de operaciones.
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