viernes, 25 de junio de 2010

VANIDADES PROPIAS Y AJENAS.

Hacía ya algún tiempo que no sabía nada de él; no lo veía por la calle, tampoco en la prensa donde sus fotos eran habituales (hay que reconocer que los periodistas gráficos lo quieren bastante), tampoco aparecía encabezando cualquier manifestación en pro de sabe Dios qué reivindicación. Era todo esto de una extrañeza excepcional, que de momento hacia augurar malos presagios. Efectivamente fue así y merced a una consulta hecha a los suegros de su hija –vecinos míos- me enteré que había estado bastante mal, incluso en la UVI del Hospital de Jerez. No tardé en llamar a su casa, hablé con él y me contó todo lo sucedido –ya había cursado alta hospitalaria- le recomendé que se cuidara, que dejara de estar tanto en las cabeceras de las manifestaciones, que dejara trabajar a los más jhovenes y que se apartara ya de estos excesos. Sé que no me hará caso y menos con todo el trajín que se trae con lo de Hijo Predilecto de Jerez. No sé de quién parte esta propuesta, a lo mejor de él mismo.
Sea como fuere no estoy,ni puedo estar,conforme; ni apoyo la misma. No digo que no la merezca es que existen muchísimas más personas con más meritos, si cabe, acumulados para ser merecedores de tan alta distinción. Pero que va, no tiene remedio, preferirá a buen seguro que muera un Hijo Predilecto de infarto.

Los jóvenes de hoy no quieren saber nada del Movimiento Vecinal (se justifica él) y los que son mayores están repletos de vanidades, engreimientos, vanaglorias y petulancias; esto lo dice el arriba firmante. Que no es que esté mal. Pero tampoco bien. Estas cosas esconden detrás el “no haber sido” y ahora en el término de la existencia terrenal “quieren serlo”. Nos reconocerán por nuestros actos, se acordaran de todos nosotros por nuestros comportamientos y conductas. Si este conocido mío y casi amigo –porque a partir de hoy dudo que me cuente entre ellos- muriera sin su reconocimiento como Hijo Predilecto- me comprometo a redactarle un epitafio en su tumba que dijera: “Aquí yace Luís que recorrió leguas en hacer un camino para llegar a un destino muy particular"

No alcanzar metas por inalcanzables no es ninguna deshonra y menos un fracaso. Y si acaso lo fuere sería más bien una vanidad, no estar a la altura de las circunstancias es una verdad inaceptable, palabras sin sentido, falas, aunque digan la verdad. El que escribe esto es también un vanidoso pero no trato de alcanzar mis vanidades o presunciones de una forma personal sin dejar que los supuestos merecimientos para el logro de la consideración u homenaje se lo promocione uno mismo. Me duele que Luís no se de cuenta de ello.

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