Al pasar casi a diario por calle Ancha, de ida o vuelta a casa, me produce ciertos recuerdos lo que representó aquella zona en nuestras vidas. Téngase en cuenta que el arriba firmante nació y se crió en la calle Juan de Torres, justamente paralela y a la espalda de aquella. El derribo de inmuebles para la construcción del cine Riba por un lado y la nueva demolición de éste para la alzada de pisos solo pasó unos sesenta años. El cine supuso una novedad, evolución si se quiere, modernidad para los vecinos del barrio de Santiago; entorno en el que me crié.
Para construir el Cine Riba hubo necesidad de derribar dos o tres pequeños negocios: un almacén de ultramarinos cuyo propietario se apellidaba Pichaco, -después fue droguería y bar Popeye-, y una carbonería. Estos pequeños negocios estaban ubicados en “accesorias” de dos inmuebles, uno de ellos propiedad y domicilio del Dr. Guerrero, médico forense de nuestra ciudad durante muchos años. Yo era muy joven todavía. Pero ya pensaba que estaban derribando casas que representaron una forma de vida, sobre todo una etapa, nada plausible, de muchas escaseces, muy ennegrecida por aquel régimen. Otro local que sentenció la picota fue un comedor de la beneficencia, quiero recordar para madres gestantes y lactantes. Hoy se diría comedor solidario o algo parecido. El bloque de pisos construido allí que es el decorado actual ya nada tiene que ver con las casas de vecinos antiguas donde los servicios, lavandería, etc. eran comunitarios.
Eran momentos de escuchar Radio Pirenaica –la autodefinida como la única independiente de España- debajo de la cama, por si acaso. Las madres, mujeres en general, preferían entre anuncios del “Flan Chino el Mandarín”, o aquel otro “Potax” escuchar a Boby Deglané, Rafael Santisteban, Agustín Embuena o José Luís Pecker que, por aquel entonces, eran acaparadores de las mayores audiencias. Bien es verdad que disfrutaban –comparado con los actuales Del Olmo, Gabilondo, Prat (hijo), entre otros muchos- de la popularidad pero no de aquellos otros beneficios dinerarios, como ocurre hoy.
Mientras tanto el mundo seguía rodando y nosotros inmersos en la rodada. El arriba firmante seguía creciendo y contribuyendo con su esfuerzo a recomponer una España mejor. Adolf Hitler se suicidó, Estados Unidos lanza la primera bomba atómica e inicia la conocida como guerra fría con Rusia, Perón anuncia su candidatura a la presidencia Argentina,que más tarde templaría nuestra hambre con envíos masivos de trigo… El tiempo inexorable, transcurre, se le concede el Premio Nobel de Medicina a Alexander Fleming, se constituye la ONU y los aliados se pronuncian contra Franco reunidos en la conferencia de Postdan. También se crea “Tabacalera Española SA”.
En definitiva, los edificios esquina de calle Ancha con Lealas representaron una época que por todo lo expuesto no quisiera recordar, terriblemente fea y bochornosa, aflictiva e ignominiosa.
El Cine Riba, igualmente que aquellos otros pequeños negocios ha pasado a la Historia de Jerez con una vida total no superior a cincuenta y cinco años. Creí ver entonces un “cambio” y es que la juventud de aquella época, era apolítica, totalmente catequizada, vio peras en el olmo. Creo que ya será tarde para vivir nuevos decorados urbanos de los que pueda sentir pesadumbres y nostalgias fugaces al cabo de los años.
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