Antonio Moure Requena.
El españolito de a pie en este año que acabamos de estrenar se le presenta, aparte de los problemas que subsisten del año finalizado, se le unirá el que le somete la Ley antitabaco con sus restricciones que no son ni grandes ni pequeñas, son las justas y lógicas dado el fin propuesto para sacar a los consumidores –dentro de lo posible- del vicio y al tiempo alejarlos de zonas donde pueden contaminar ambientes. A raíz de la publicación y divulgación de la mencionada Ley ha habido comentarios para todos los gustos, algunos sarcásticos y más o menos aludiendo que a él no le prohibiría dicha práctica (con perdón para el que lo dice y `para mí por reproducirlo) ni Dios. En cambio afortunadamente el primer día práctico para llevar a buen fin estas medidas ha resultado ser de un éxito casi absoluto, solo ha habido (que yo sepa) algunas grescas, pocos malos gestos, aunque libres de malos “humos” casi la mayoría de los recintos públicos. Lo que equivale a decir que se aceptará la Ley antitabaco y aquí paz y después gloria bendita.
Era una verdadera cochambre, por ejemplo, los descansillos de las escaleras del Hospital con colillas en el suelo; si se ponían ceniceros se suponía la autorización de usarlos y si no los ponían justificaban su inexistencia al derecho de tirar las puntas de cigarros al suelo. La cuestión era fumar olvidando las más elementales reglas de urbanidad y sanitarias. Me daba pena, a la par que una vergüenza ajena infinita, observar como los propios enfermos, principalmente mujeres en la planta de parturientas y hombres tirando del carrito soporte de los sueros paseando por los pasillos cercanos a las escaleras, fumando el cigarrillo correspondiente. Ahora sabrán que no podrán fumar ni dentro ni fuera del recinto hospitalario a no ser que lo hagan más allá de los límites absolutos del mismo. Espero que el personal sanitario se conciencie también de estas normas y tampoco fumen dentro de las habitaciones que en cada planta poseen para descanso y estudio de los expedientes sanitarios.
El gremio de la hostelería también tenía y tiene sus miedos a flor de piel, pensaban que sus clientes huirían a otros destinos menos vigilados donde pueda haber permisividad. Espero que se inspeccione bien esta alternativa para que nunca pueda ser válida. Sería la mejor forma de protegerlos. Tengo que decir que la ministra Sra. Pajín no ha estado muy afortunada en su declaración donde alentaba que los ciudadanos, de una forma anónima, denunciaran aquellas personas que infringiera la Ley Antitabaco por estar fumando o bien porque fuera permisivo con sus clientes caso que fuere dueño, por ejemplo, de una cafetería. Indiscutiblemente la Sra. Pajín se ha “cubierto de gloria” fomentando o incentivando una práctica delatora muy propia de la Alemania Nazi y de la España de la Dictadura. Estoy seguro que Pajín no pretendió molestar con su recomendación, más bien creo que se ha visto un tanto desbordada al no contar con presupuesto económico suficiente, ni tampoco con voluntariado, para hacer un seguimiento adecuado para vigilar si se cumple o no con la Ley Antitabaco.
Un amigo, dueño de un bar de copas; un pub, me comentaba que no podrá resistir ni un mes abierto. Es inviable, decía que los clientes beben el clásico trago largo y tengan que salir a las once o doce de la noche a fumar un cigarro a la calle. Con este argumento me calló y no tuve explicación lógica que darle. La única que se me ocurrió fue que al privarse del alcohol y del tabaco sus clientes ganarían en salud. El, en cambio, tendrá que buscar otro tipo de negocio.
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