Los habitantes de este planeta en
su gran mayoría no han hecho más que nacer y ya tienen una ganas enormes de
morirse; cómo será de plácida su existencia. Mientras tanto otro sinfín de
personas viven en la opulencia y el despilfarro. Estos, por el contrario, no
creo que tengan tantas ganas de abandonar la vida entre otras cosas por que
aquí se le ha ido excesivamente bien y
dudarán, caso que estimen que exista otra vida en el más allá, que pueda
alcanzar las mismas vanaglorias. Por eso los ricos nunca tienen ganas de
finiquitar sus vidas. Creo que es el motivo principal de su beatitud, creen que teniendo una
“ejemplaridad” en sus prácticas religiosas podrán alcanzar el Reino de los
Cielos. El pobre en cambio tiene ganas
de morirse. Primero para dejar de sufrir y padecer. Segundo tiene esperanza de
encontrar la paz eterna en el más allá.
No recuerdo en que país está
prohibido ser ateo. Me llamó la atención esta salvedad. Lo importante no es ser
católico, protestante o budista, por
citar tres ejemplos, lo importante es ser creyente de algo. Saben los regidores
de ese país que cualquier religión le aconsejará líneas modélicas en su
formación para desenvolverse de forma adecuada por la vida. Es una opción inteligente,
de buen tino y medida. Cualquier nación o país que sea democrático persigue las
mismas directrices pero con una salvedad importantísima que no prohíbe nada, ni
tan siquiera el ateísmo. Cada cual que sea lo que quiera y le venga en gana. Si
cada conciencia descansa en no sospechar tan siquiera que existe un dios pues
muy bien, ya cree en algo, cree que no cree en nada. Existen opiniones al
respecto para todos los gustos. A continuación “pegamos” una opinión que aunque no comparto es ético su publicación
al estimar que cada cual puede creer o no creer. Es la siguiente y es una
respuesta a la pregunta si es malo o bueno no creer en nada:
“Es un acto de inteligencia, no sólo no creer en esas memeces
mitológicas que nos cuentan (por lo general personas con una ideología política
interesada en que se crea eso para hacernos olvidar otras cosas) sino que
además es inteligente menospreciarlo; simplemente porque las religiones han
sido históricamente un cáncer muy dañino para la humanidad y son fuente de
inmoralidad ante los derechos del ser humano y una vida digna.
Claro que por el contrario sí es importante creer en la dignidad
humana, en el respeto mutuo, en la propia palabra y en la integridad de uno
mismo frente al resto de los humanos, dignos de respeto. Las ideas de Dios o
Alá son las ideas de un dictador enano como Hitler que está interesado en
contemplar el sufrimiento humano con el supuesto (y falso) objetivo de
redimirse. ¿No le serviría perdonar (como Él preconiza que hagamos) y espíritus sádicos y repugnantes devolvernos al paraíso?”
Termino, que cada cual crea o no
crea pero siempre con el máximo respeto a los que creen o no creen. Dios, sea
cual fuere, siempre es grande, bueno,
sabio y poderoso. Cree en tí mismo, en los humanos, respeta a los demás por lo
que son y merecen. Ayuda siempre que puedas y di siempre la verdad, no por los
demás sino por respeto a tí mismo. La honorabilidad y la palabra es nuestro
carné de identidad. Sin eso no somos nadie.