Mañana lunes se abren todas las
puertas –casi todas- de las distintas aulas de la enseñanza primaria. Cuando
esto ocurra puede que surjan los inconvenientes de algún colegio en obras de
remodelación, conservación etc. que vendrán a interrumpir los fines
educacionales para los que están previstos. Lo que es menester que, como en los
inicios de cursos anteriores, no se produzcan a destiempo estos casos porque
creemos se ha tenido tiempo –posiblemente caso de producirse lo que no se habrá
tenido es “presupuesto”- pero vamos, escarbando por aquí y por allá siempre se
encuentran algunos euros para afrontar este tipo de prioridades. Lo que está
asegurado ya de antemano es todo lo concerniente a la seguridad vial en el
entorno de los colegios, principalmente repintado de la señales horizontales:
pasos de cebra, ceda el paso, stop. etc.
En estos crisoles, que son los
centros educacionales, curso a curso se van modelando, ajustando, la maquina
que forja y proyecta quien sabe si un hombre o una mujer de pro para el día de
mañana. Puede ocurrir todo lo contrario que esa máquina de tejer más que crear deshile
y desorganice, solo Dios sabe por qué regla de tres, toda la materia prima de
la que fue dotada. Lo cierto es que tenemos que poner de nuestra parte para
conseguir los objetivos; estos no caen del cielo sin más ni más. Que Dios
pondrá también de la suya. Seguro, no lo dudemos un momento. Lo que no puede
ser que solo nos acordemos de Santa Bárbara cuando truene.
En la Enseñanza como en otras
materias ha habido también recortes de tipo económico pero algunos aplicando
conductas de los años de la postguerra entregan libros reciclados de cursos
anteriores. Recuerdo que en los colegios de La Salle (Hermanos de las Escuelas
Cristianas) se estudiaba merced a una librería que cada año se entregaba a cada
alumno; los cuales tenían que cuidarlos: no se podían repintar, ni emborronar,
había que forrarlos debidamente y de vez en cuando acudía un Hermano Inspector
para revisar este material y otros propiedad de los Centros. Esto suponía que
los padres de los alumnos, por lo general sin poder adquisitivo alguno, no
tuvieran problemas de este tipo. Garantizo que estos libros podían alcanzar una
antigüedad de al menos cinco o seis cursos en perfectas condiciones. “Igualito”
que hoy.
Ocurrirán en este nuevo curso que comienza situaciones
embarazosas debido a la disparidad de criterios entre los docentes y los padres
de algún alumno, debido principalmente a uno que otro “cachetazo” que solo el
padre tiene el “derecho” a dar. Pero que casi nunca se toma ese cabal y justo,
aparte de acertado cumplimiento. Hace ya algunos años cuando un niño acudía
llorando a casa con la queja que el profesor le había pegado. El padre antes de
acudir al colegio en busca de explicaciones, con sabia intuición decía
“algo habrás hecho tú” . De todas formas “la sangre nunca llegaba al río”. Nos
tenemos que convencer que más de una vez nos tenemos que arrepentir de no haber
dado un cachetazo a tiempo. El destiempo es malo y tiene consecuencias nefastas
en la educación de los críos. Por esto y otras cuestiones alguien aseveró en
cierta ocasión que en “tierra de garbanzos no se podían sembrar tomates”.
Llevaba mucha razón.
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