sábado, 20 de noviembre de 2010

EN POS DE LAS POLTRONAS.

Debo de reconocer que el político es un ser irregular; sobre todo cuando pretende comunicarse con el ciudadano. Lo hace de forma que hablándonos mucho no nos dice nada. De esta manera deja, aún a los más inteligentes, sin poder aclarar sus dudas y a los más bobalicones, boquiabiertos saliéndoles la saliva por la comisura de los labios y como es de suponer con caras de bobo. El lenguaje empleado es enrevesado y buscando siempre la justificación a la culpabilidad. De esta manera cuando estamos a dos pasos de elecciones hay quien memoriza el caso de los Gal; que Guerra no es duro sino el “guerrismo”; que hay necesidad de un nuevo cuatrienio para culminar proyectos; y que el tribalismo es el principal problema andaluz (Griñán).
De verdad os digo que paso y consiento en estos casos casi por todo. Ahora bien por eso del tribalismo no. Reconozco que esa palabra no es muy corriente su empleo en el día a día. Hay quien no la ha empleado en su vida; muy pocos, la primera vez que la oyen; la gran mayoría, nada de nada. Presumo que existen un montón más de andaluces que no tienen un diccionario a mano para solventar la incógnita del tribalismo sobre la marcha. No es que seamos analfabetos –que no lo somos- sino por ese afán de los políticos de emplear un lenguaje de ocultismo soterrado que quieren emplear para “escribir” con medias tintas, al menos durante unas horas –mientras tanto se consulta el diccionario de la RAE de la Lengua- que dos y dos son cuatro y no veintidós.
Pero vamos, la consulta no nos ha sacado mucho de la duda que tenemos sobre el vocablo en cuestión porque no encuentro ninguna similitud en su significado con los problemas que puedan existir en un Campus de excelencia si comparamos los rectores de las Universidades de Sevilla y Málaga con al resto de las Universidades andaluzas. Si los rectores de Sevilla y Málaga son excepcionales me pregunto qué problemas y dificultades existen para que no lo sean también el resto.
Así como así muchas cosas por dilucidar. Incluso Javier Arenas tampoco se esclarece en explicaciones. No vayamos ahora a decir que son solo los gobernantes, ahora en mayoría socialistas, los únicos especialistas en decir cosas de las que puede sacar su significado literal tras pensar, después de mucho conjeturar, qué se ha querido decir. En una palabra es más fácil, he de suponer, expresarse de forma muy bonita, con vocablos raros; pero muy malandrinas de cara al pueblo que no logra enterarse de lo que quieren decir los políticos. Todo consiste en enmascarar los errores y las cosas que se han hecho mal. Por eso Guerra no es el malo sino el “guerrismo” (¿) ; tampoco existe discordancia con Chaves sino con su política. Manda tela. Lo que habrá que oír, incluso entre los propios compañeros de partido, hasta que las poltronas estén nuevamente ocupadas.

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