Cuantas y cuantas tonterías e idioteces se habla y escribe al cabo de los días. El político no se para un momento a pensar que lo es para servir a los demás y no para aspirar a mantenerse en el cargo a base de favores; lo mismo el que escribe, no lo hace para despertar conciencias, sino más bien para convencer con su verbo de forma equivocada, como suele hacerlo Antonia –no me acuerdo (perdón por ello) de sus apellidos, o no quiero acordarme- aquella que concurre con asiduidad sobre todo a los debates de Tele5; aquella de los bracitos muy cortos y bajita de cuerpo, aquella que un día dijo ser un cabrón a un político. Esta señora es un ejemplo de fan por no decir ultra de un determinado partido. Es la contradicción de la verdad, por tanto esclava de sus egoísmos y propias mentiras que ya nadie cree. Ha perdido toda credibilidad por desvergonzada. Lo que de verdad siento y lamento es que un día pueda morir de un infarto; es tal el énfasis de sus exposiciones. De verdad que lo sentiría.
Después del varapalo culé al equipo merengue me pregunto si Mou desde el Lunes pasado es menos dios (con minúscula) y Pep, con su modestia y lecciones de buen hacer, más encumbrado si cabe de lo que estaba. Esto lo escribe el arriba firmante que es más madridista que Don Alfredo Distefano, pero lo cortés no quita lo valiente. Puede ser que las facciones de Guardiola, cuando habla del clásico, no recogen exactamente expresiones de vanaglorias, es una interpretación muy particular - de modestia, de mucha educación- de los acontecimientos, pero en su fuero interno se vislumbraba una lógica alegría infinita similar al que ríe el último. Mouriño no se creía desde el banquillo lo que estaba viendo. El portugués aparte de no haber reaccionado quedó mudo y como Boabdil no lloró por no dar la nota de hombre abatido. No tuvo padre que le dijera que llorara como un niño por no saber defender como un hombre. Creo que la lección le servirá para la vuelta; aunque la pasada temporada fue para el Barça la clave de alzarse con el campeonato.
Siempre se impone decir o escribir alguna que otra mentirijilla pero siempre las justas. La clave está en saber hasta qué punto son justas y hasta qué otro punto tenemos la necesidad de mentir a los demás; esa es la cuestión. Comprendo que los políticos en estos momentos de crisis y por esta causa no podrán cumplir con gran parte de las promesas hechas o reflejadas en los presupuestos económicos. Pero esto no lo entiende el ciudadano y menos la oposición. Es entonces cuando surge esa pequeña mentira que viene a convencer o auto disculparse del incumplimiento a los ciudadanos y de arma arrojadiza y mosca cojonera del partido opositor. Está claro que el Presidente está hasta la recova (con perdón) de Rajoy, hay que comprenderlo, entre otras cosas, porque tiene motivo para la hinchazón de la misma. No hay resuello e incluso el Vicepresidente Primero José Blanco le faltan ya argumentos y poder de convencimiento para mitigar tal “ametrallamiento”.
Por si fuera poco también sale mal parado Zapatero en los documentos esos donde se analizan cuestiones derivadas de la forma de proceder de cada uno de los principales líderes europeos.
Según Andrés Trapiello columnista, entre otros del Diario ABC “ los políticos en su mayoría son embusteros, ignorantes .vulgares, desleales, inexpertos, plebeyos, inconstantes y vanidosos, cuando no ladrones, prevaricadores, filibusteros”. Yo no me imaginaba que fueran todo eso. Sus razones tendrá Trapiello. No son tonterías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario