Toda la vida han existido comparaciones en las que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. Bueno, el arriba firmante no está muy de acuerdo en todas las ocasiones en las cuales se afirma esto. Sin ir más lejos y a bote pronto tenemos que la Fiesta Nacional; o sea las corridas de toros, novilladas, etc. –cuando menos en Cataluña- están de capa caída, nunca mejor dicho, como consecuencia de las prohibiciones de los festejos taurinos. No es el caso que yo lamente estas medidas un tanto drásticas y terminantes, no soy un admirador devoto de lo taurino pero tampoco propulsor de esta proscripción con tan mala uva como es dejar a unos pocos de millones de españoles catalanes sin esta parte de nuestra cultura. Es cierto, hay que ser ciego para no verlo, que los espectáculos taurinos son crueles con el animal. Pero vamos, sería cuestión de dialogar, debatir; en definitiva estudiar los tercios de la misma a fin de poder suavizar en parte algunos de ellos para que no resultaran tan dolorosos al animal ni se derramara tantísima sangre; incluida la de toreros y subalternos.
En otros temas ocurre casi lo mismo, por ejemplo la economía nacional flaquea mucho más ahora que hace unos años, no nos tenemos que remontar en el tiempo gran cosa. Los jubilados, este sector de nuestra sociedad formado por hombres y mujeres que sudaron lo suyo, algunos nacieron en tiempo posterior a la guerra civil, después sacaron a sus hijos tras haber sufrido mucha hambre e incluso sed de justicia, que colaboraron, pues, a levantar este país tras muchas vicisitudes, se ven en el momento enigmático, misterioso, y problemático con sus pensiones dinerarias congeladas. Esperemos que esto quede ahí y que no prospere hacia otras determinaciones aún más radicales. Estamos los mayores, una vez más en nuestras vidas, realmente acojonados por partida doble. Me explico, estamos viviendo muchos miedos que ya no nos consuelan ni tan siquiera las mentiras de los que nos gobiernan, por reiterativas. Llegará el día que nuestros hijos en el paro, con carga familiar, no podamos ayudarles ni tan siquiera en la manutención. No es mi caso ni el de mi familia. Pero sí, en cambio, muerde a muchas otras casas españolas.
Yo, un ciudadano de a pie, lanzo una notificación a todos los navegantes de esta democracia hoy un tanto jodida. Ya que estamos en momentos de austeridad, rigor y penitencia sería conveniente de que los políticos se vieran igualmente “favorecidos” de determinadas medidas económicas. Los parlamentarios y clases afines deberían de cobrar un sueldo igual o similar al que recibían, antes de entrar en política, en las empresas donde ejercían. Tengo entendido que sus emolumentos están muy por encima de las cuatrocientas mil de las antiguas pesetas. Esto es un derroche si se tiene en cuenta que con respecto a la pasada dictadura se han multiplicado por catorce o quince los Parlamentos existentes en el País. Hay que tener en cuenta que en cada comunidad hay un buen número de ellos adscritos a los distintos Parlamentos. No digo nada de la situación de paro de los mismos y de las jubilaciones que obtendrán llegado el momento.
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