viernes, 20 de agosto de 2010

VA LA COSA DE PRIMARIAS.

Se adelantan en el tiempo las trifulcas entre los políticos, incluso de un mismo partido, en pos de ir preparando el terreno de cara a las próximas elecciones. No importa que sean Municipales, Autonómicas o Generales, el caso es que en las correspondientes a la Comunidad de Madrid es posible que se susciten unas Primarias a fin de dilucidar quién será el que opte a presentar su candidatura a la Presidencia. Hablo de Primarias pero en verdad no son tales porque el ciudadano no interviene para nada en ellas; solo los militantes políticos. Esto lo que trae consigo son soluciones drásticas al problema y abrir heridas, en algunos casos graves, que no logran cicatrizar y traen consigo reconcomios y un malestar insalvable entre los perdedores, claro está, en el seno del partido.
Aparte de Madrid el debate sobre este tema se ha abierto en muchas comunidades de España así como en varias grandes ciudades, entre ellas posiblemente esté Jerez. Desde cierta altura dan por hecho que la candidata -entre los pretendientes existentes- en este caso a la alcaldía, será Pilar Sánchez. Pero yo me pregunto por qué, quien o quienes lo decide de forma tan tajante y concluyente. Es que la militancia y en su caso también los ciudadanos no resuelven nada en absoluto. ¿Solo tiene que estar dicha decisión en manos de alguien con peso político provincial y regional que influya de cara a intereses cercanos a sí mismo y al partido? Pero esto ocurre en todo el territorio nacional y en todos los partidos sin distinción de colores. ¿Es que está legislado así? Me pregunto.
Veamos por caso Andalucía. Es propósito de ir a las primarias para designar candidatos a las Alcaldías de Cádiz, Málaga, Almería o Jerez; me estoy refiriendo en el PSOE. Han dejado por muy sigiloso que se lleve este asunto de muchas tensiones, que ha habido y que habrá, entre algunas direcciones provinciales y locales y el Presidente Griñan. En Sevilla, por ejemplo falta por concretar quién estaría llamado a ser Alcalde después de que Alfonso Guerra rechazase la proposición de sustituir al ya verificado Alfredo Sánchez Monteseirín. En otros lugares, como puede ser Vigo, cuyo Alcalde es socialista, se piden por parte de los críticos primarias.
Tal como está la política, muy afectada como consecuencia de la tan manida crisis no me explico cómo existen políticos que quieran seguir metidos en este lío y cómo puede haber “repuestos” entre la ciudadanía para aquellos que se fueron. Que me dejen de gaitas, a la vista de que los hay aún en activo en la actualidad, procedentes de los inicios de la democracia, convirtiéndose esto en una muy rentable profesión, con unos sueldazos, muy buenas cotizaciones de cara al futuro, etc. La “nómina política” tiene que chispear en los Presupuestos Generales del Estado con cifras de muchos ceros. No estaría de más revisar estos conceptos a fin de que cada político cobren como mucho el 200por100%, no más, de acuerdo con los salarios que disfrutaban en su anterior vida laboral; me referiré a los sin cartera, ¿Creen que seguirían con tanto amor en política? Por eso irá la cosa de primarías, por ese interés desmedido en buscar el cobijo. Pero no nos olvidemos, que estas primarias no dejan de ser bananeras.
Recuerdo bien que en el anterior Régimen; o sea con Franco, todos los padres casi sin excepción soñaban con tener un hijo –si podían ser más, mejor- que estudiara “para cura”. No hay que aclarar el porqué. Hoy con los políticos ocurre igual o parecido, con la única excepción que no hay tan siquiera necesidad de estudiar “para ello”. Se admiten en su seno todo tipo de personas; más cultos y menos cultos, más ricos y más pobres, más guapos y más feos, más sinvergüenzas y menos sinvergüenzas, maestros de escuela, abogados que no ejercen, y también licenciados en no hacer nada. Es importante que aquel que logra ejercer de político y si lo hace bien; o sea, todo lo que le indiquen que haga: aplaudir, reír ocurrencias, abucheos y patadas al suelo, tiene el sitio asegurado quien sabe cuánto tiempo. Los hay con una antigüedad de al menos veinte años. Ya, si es que existen en política los trienios, los habrá, ya digo, por lo menos con siete.

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