Si no me equivoco el pasado día 21 comenzó con todos los honores el Verano, esa estación del año que tanto ansían aquellos que desean un descanso pleno, unas vacaciones –según ellos- bien merecidas, que si la crisis lo permite no se conformaran con Valdelagrana, La Puntilla o La Costilla sino que querrán ir a Punta Cana o allá donde Cristo dio las tres voces; o sea, tela de lejos, donde necesitará un “carterón” lleno de billetes y todos los euros que lleve serán pocos.
Te llevarás el disgusto padre con el hotel, que no era lo que te ofrecían en la publicidad de la agencia de viajes o del periódico. Una persona muy cercana a mí viajó a Santo Domingo hace ya algunos años. Después de doce horas, cuando menos, de viaje aéreo le ofrecieron para llegar al Hotel, destino final, que estaba a 300 kilómetros. Le propusieron un autobús que tardaría en cumplir sus objetivos otras 10 horas aproximadamente o bien hacer el desplazamiento en una avioneta, cuyo piloto resultó ser un grasiento y roñoso, que como mucho tardaría en llegar a destino unas dos horas.
La decisión no tardó en tomarse, estaban deseando de llegar para comer algo, ducharse ponerse ropa limpia y descansar del largo viaje. Pero antes tuvieron que aguantar las bromitas del piloto que hizo un pilotaje capaz de colocar los huevos de los varones en la garganta y a las mujeres los ovarios en la planta de los pies. En fin una odisea total donde los componentes de la pareja tuvieron que hacer el viaje en dos avionetas distintas, se perdió (luego apareció) el equipaje y estos dos sufridores que nunca jamás fueron mal hablados, ustedes pueden imaginar…. Ahora bien una vez asentados en el hotel gloria bendita, de película, jamás podrán olvidar la estancia allí pero eclipsada por el último tramo de viaje. Menos mal que la estancia fue feliz en un hotel encantador que era de una gran cadena española y cuyos principales cargos también eran españoles.
Por lo que a mí respecta conozco bien poco de muestra península, bastante o suficiente de Portugal, Extremadura, Andalucía occidental y algo más arriba Salamanca y Galicia. Después las grandes capitales Madrid, Barcelona y Valencia. También la Costa del Sol y Almería. ¿Cómo voy a salir fuera de España y dejar de conocer Asturias, País Vasco, La Rioja y el Centro del País? Eso no lo voy a hacer nunca, entre otras razones porque mi edad no me permite viajes trasatlántico, pero eso si haría una excepción con París y Londres. Lástima que el Inserso no me ponga al alcance estos dos destinos. Tengo que informarme a ver si puede ser un logro. De todas formas prometo que no seré un “indignado” por tal causa. A propósito, nací en el año 34, al inicio de la contienda civil, estudié bachiller y casi todo lo que hubiese querido y quise, me divertí de joven en los “guateques” en mi casa o en la de los amigos (no existían los botellones a Dios gracias). Hice el servicio militar y tras él tuve el primer empleo, nada del otro mundo pero suficiente, de momento, para mis gastos. Como católico que era, soy y seré, cumplí sin obstáculo alguno con los preceptos de mi fe. Eso sí, no existía más partido político que el único reinante: Falange Española. Nunca pisé Comisaría, ni la cárcel, ningún otro estamento similar o parecido. Fue cuestión de educación. Ahora existen más libertades que convertimos en rebeldías y albedríos. Cambiamos democracia por dictadura y qué. Nos hemos empapado de corrupciones, desvergonzados y deshonestos. Nos asfixian con cortinas de humo por doquier para entretener tantas infamias e ignominias, tantas injusticias. Este sí que fue un viaje bastante accidentado al cabo de los años.
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