miércoles, 22 de diciembre de 2010

LA LEY SINDE Y SUS CONSECUENCIAS.

Antonio Moure Requena.

Juro que sé de informática, de Internet y de todas esas cosas poco más de lo preciso; lo justo para desenvolverme más o menos bien. Eso sí, me ha sentado como una patada en la recova lo de tener que navegar por la red sin “velas” al viento, únicamente llevado por la inercia de los tiempos. Todo como consecuencia de la “Ley Sinde” que regula las normas sobre el uso de Internet. Repito que esto a mí, que no acostumbro a bajar películas, ni música, no me entristece demasiado. Todavía tiene que ser aprobada la misma en el Congreso. Pero no me gusta pulsar sobre el logo de “Google” y que este no abra ventana alguna que te lleve a la esperanza de lograr llegar a un portal o Web de interés particular.
En fin, que le vamos a hacer, ya nos van a quitar las jubilaciones a los sesenta y cinco años –aunque en verdad con el tema de las prejubilaciones se han ido a casa trabajadores con 61 años; por conveniencias políticas para el cierre de empresas- . Cuando conviene nos hacen comparaciones con otros países del marco comunitario en la certeza que nos están ofreciendo datos peores que los poseídos por nosotros. Ahora nadie dice, por ejemplo, que en Francia las jubilaciones son a los 62 años. Tal vez porque no quieran darnos envidia. Bueno sea como fuere poco a poco nos irán asfixiando y ya nos hacen el estomago de cara al año 12 o 13 donde se espera –dicen- que la crisis se convierta en “epidemia” socioeconómica.
Pero a lo que iba, la llamada red de redes no es la primera vez que cobra actualidad por los miedos que imprime a los usuarios. Trato de no reflejarme en estos avatares pero la verdad es que ya uno también tiene metido en la sangre el dichoso internet y no puede vivir sin él. Por ejemplo, si mi querido “Google” no me abre su corazón no podré entrar en él, ni tampoco podré pedirle tan siquiera poder entrar en mi blog y no digo nada en la prensa digital donde me entero cada día a primeras horas, junto al número de “Información Jerez” que cada día me dejan en el buzón de casa, de las noticias que acontecieron en la víspera de cada día.
Todo por culpa de la Ley de Economía Sostenible; o sea LES (otra signatura más que añadir a las miles existentes ya) con una disposición adicional que viene a regular, entre otras cuestiones, la bajada de distintos contenidos. Lo cierto es que nuestros monitores (pantallas) en los ordenadores se tiñeron de color negro, como si fuese una esquela mortuoria dándonos información de lo que ocurría. Es verdad que la piratería ha alcanzado un grado muy alarmante de preocupación sobre todo en la industria discográfica, ocurre también pero en menor grado con los libros. Pero a pesar de todo. No me atrevo a dar una opinión a favor o en contra de unos u otros. A pesar de todo ya se alzan nuevas voces, discutiendo si es justo que alguien pueda descargarse una película, un disco, libro, videojuego, etc. por su cara bonita.
Por otro lado se presenta, todo hay que decirlo, la ley de propiedad intelectual, que permite hacer copias privadas sin ánimo de lucro –tal es el caso de la gran mayoría de internautas- y que el Gobierno no se atreve a modificar. De todas formas hay que reconocer que esta Ley de Propiedad Intelectual es más vieja que los balcones de madera y a buen seguro, por ello, no tardaran en modificarla lo justo y necesario para que no se puedan bajar contenidos culturales como el cine y música, entre otros. No podemos entonar un ¡viva! a favor de la llamada “Ley Sinde”. Más bien lo hacemos por no haber logrado el beneplácito del Congreso.

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