"Información Jerez" Mayo de 2002
La violencia ha hecho acto de presencia en los terrenos de juego, principalmente en los de fútbol. Es cierto que en nuestro país nunca se han provocado grandes desmanes, algún que otro motivado por algún exaltado, siempre amparado en la multitud, y ya está. Pero de cierta parte para acá la cosa está pasando de castaño oscuro, sobre todo cuando han llegado las últimas jornadas de competición donde se dilucidan los puestos clasificatorios que premian un ascenso o pueden evitar, por el contrario, una pérdida de categoría. En definitiva nada, absolutamente nada, justifica esos comportamientos incívicos, solamente una mala educación explica las razones que a estos energúmenos empujan a obrar de forma tan brutal.
Hace unos días se ha reunido el Ministro del Interior con miembros de la Federación Española de Fútbol, Liga Profesional y otras personalidades a los que les afecta, por razones de sus cargos, el buen funcionamiento de nuestro deporte en general. Todos deben de velar porque hechos como los acaecidos en Tarragona y Jerez, entre otros muchos lugares, no vuelvan a ocurrir. Tengo entendido que se van a tomar nuevas medidas, algunas desconocidas para la gran mayoría pero que para aquellos que peinamos canas no son tan novedosas. Me refiero a que los camorristas fichados tendrán que presentarse bien en el juzgado de guardia, bien en comisaría, durante el transcurso de los partidos entretanto el juez crea oportuno. Esto ya ocurría en la dictadura franquista. Ocurre que entonces era sinónimo de opresión y falta de libertad; ahora, en cambio, no. Está claro que los gamberros solo entienden un lenguaje –no muy democrático, por cierto- pero que de seguir esto así se empleará para otras muchas cosas. Al tiempo. No es de dudar viendo como reculan algunas acciones de gobierno del presidente Aznar.
Se estudia tomar otras nuevas medidas que imposibilite el acceso de los aficionados al terreno de juego, que no puedan introducir pancartas con signos extremistas que inciten a la violencia, etc. Ahora bien, aún sabiendo que este tipo de desmanes no tienen justificación alguna, me da la impresión que cuando se somete a estudio el fenómeno de la violencia no se llega al meollo de la cuestión, que se deja fuera un factor llamado árbitro de fútbol. No todos los colegiados, y mucho menos sus actuaciones, son provocadores o incitadores de estos disturbios, pero existen algunos que sí.
No expreso nada que esté en contra de que pongan las vallas a quince metros de altura (por decir una altura del todo infranqueable); que construyan fosos insalvables; que pongan en las entradas detectores de metales; que los túneles de entrada a vestuarios sean de acero; que las tribunas se alejen del terreno de juego y queden fuera de tiro de piedra. Lo que me jode y me martillea allí, donde es fácil adivinar, es que nadie, absolutamente nadie, hable en estas reuniones de los árbitros, ni que se tomen medidas para que un colectivo tan importante como éste dentro del fútbol deje de presentar, igualmente, energúmenos incitadores y provocadores de aquellos otros de igual talante en las gradas.
Por favor poner límites también a estos personajes. Que también tengan que presentarse en Comisaría los sábados y domingos, por si acaso a los sempiternos dirigentes de los Organismos Federativos se les ocurriera nombrarles para un determinado partido, más si es un encuentro decisivo. ¿Acaso interesa tenerlos en libertad por razones de insospechados intereses? ¡Vaya usted a saber! Mientras que existan árbitros sinvergüenzas habrá la posibilidad en un porcentaje muy elevado de que pueda haber violencia en los terrenos de juego.
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