domingo, 13 de diciembre de 2009

El estiercol de la Gloria


He de reconocer que, entre otras muchas, existe en mi persona alguna que otra afición que con el transcurrir del tiempo se han convertido en frustraciones. Me explico, por ejemplo, me encanta la radiotecnia y en bastantes ocasiones he intentado hacer cursos por correspondencia; puedo dar fe que lo intenté cuando aún era muy joven a través de una escuela que se denominaba –quiero recordar- Escuela Radio Maymó, más tarde lo intenté en otras academias más actualizadas. Unas veces fueron el precio de los cursos –nada baratos- otras, el escaso tiempo del que disponía. En fin, llegué a una edad donde no me sobra el tiempo –tampoco el dinero- pero tengo el necesario, haciendo un pequeño esfuerzo, para abordar y hacer realidad de una vez por todas lo que hasta hoy fue una desilusión. Pero ahora me pregunto si ya no es excesivamente tarde para ello,

He sido muy aficionado a la canaricultura, fui socio de la Agrupación de Canaricultura Jerezana. Crié canarios, los mimé con muchísimo cariño y terminaba regalándolos porque mi objetivo principal era satisfacer mi afición sin ánimo de lucro. Con el tiempo tuve que abandonar mi apego a la canaricultura porque era de una sujeción y sometimiento sin límites. Actualmente, aunque parezca mentira, no poseo ni tan siquiera un pájaro que alegre con su canto mi hogar. Es increíble que siendo esta, como dicen, una afición para jubilados el arriba firmante ahora rechace de plano mi escaso tiempo para este menester. Puede tener su explicación en el orden que doy a mis prioridades; cuando uno llega a unas determinada edad empieza a tener conciencia del valor de tiempo perdido y cómo las cuestiones, argumentos y contenidos se trompican y estorban unos con otros. Empieza a ser tarde casi para todo.

Nunca he tolerado que me tildaran de “amante de los pájaros”, entre otras razones porque también existen “sin alas”, que son los peores. He preferido siempre que me dijeran “espectador”, o si lo prefieren “oyente de pájaros”, a lo sumo admito lo de “observador de pájaros”.Vuelvo a decir que las aves, sobre todo los canarios, me obsesionan, pero no los amo por la sencilla razón que amar necesita de una reciprocidad y los pájaros, como pueden suponer, no me corresponden. Puedo disfrutar de ellos, los puedo admirar, estudiar, pero para amarlos deberíamos ser antropofórmicos. .

Otra cosa son los perros, a estos se les puede querer, incluso amar, porque ellos saben corresponder con creces; no en vano se han ganado a pulso la justa fama de ser el más fiel amigo del hombre. Recordemos aquel célebre slogan difundido en televisión con motivo de los perros abandonados en el sentido que jamás harían con sus dueños lo que estos hacen con ellos. Viene a mi memoria la muerte de mi perro “Pancho”, tras 18 años entre nosotros nos tuvo que “abandonar” muy en contra de su voluntad. Todavía hoy se recuerda en casa con muchísimo cariño. Pero fue tal mi tristeza que no estoy dispuesto a pasar nunca más por esta desagradable experiencia.

En fin, la vida está llena de logros pero sin olvidar aquellos que nunca fueron y se convirtieron en frustración. No haber sido ambicioso me ha privado de algunas metas pero también de hacer daño a terceros, la ambición conduce al hombre, por lo regular en unos perfectos “trepas” que ejecutan los menesteres más viles. Es el estiércol de la gloria.

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