miércoles, 30 de diciembre de 2009

Insolidaridad.


No todo lo que uno presencia es lo que uno piensa que ve. A veces, una vez que compruebas la realidad del cuadro escénico ante tus ojos, nos podemos hasta desternillar de la risa. Recuerdo que en cierta ocasión un buen amigo, bajando unas escaleras en la vía urbana, tuvo necesidad de estornudar y así lo hizo, pero con tal fuerza que al expulsar todo el aire comprimido de sus pulmones cayó hacia adelante y no tardó más de cuatro segundo en estar a gatas por el suelo. Mi amigo se vio incapacitado para ponerse en pie por sus propios medios, tal era el dolor que sentía en la parte inferior de su espalda; justo donde esta pierde su nombre. Se quejaba de una forma lastimera; más bien lastimosa.

Nadie prestó atención, ni a mi amigo que sufría en el suelo, ni tampoco al arriba firmante que por más que intentaba alzarlo del suelo para la escalada a una posición de “homo erectus”, no lo conseguía ni de coña. Cuantos esfuerzos hacía en tal sentido solo valieron para conseguir mi cansancio y agotamiento, como se dice por acá, de dos pares de cojones. Sudaba, me dolían los brazos, y hasta los riñones se dejaron sentir; hay que tener en cuenta que menda, a lo largo de su vida, lo más pesado que cogió fue la pluma estilográfica con la que toda la vida escribió; ahora ni eso, el ordenador, en este caso su teclado, suplió con bastante eficacia tal menester.

Repito que nadie nos hizo caso, es más, se acercó un señor bastante bien trajeado, miró a mi amigo y en un tono un tanto cursilón le dijo a su acompañante: “He ahí por qué he dejado de tomar copas a la hora del aperitivo”. ¡Ay, la madre que te parió! Exclamé, si mi amigo jamás había bebido alcohol, es más cuando su mujer hace alguna comida que contenga algo de vino, por más que se lo intente disimular con hervidos continuos y evaporación en grado sumo de su salsa, siempre lo nota y es motivo de alguna que otra discusión matrimonial. Lo que ya colmó el vaso de mi paciencia fue el comentario que apostilló cuando hizo “mutis por el foro”: “La bebida les hace comportarse como bestias”.

Está claro que no siempre las cosas son como uno cree. Después la realidad es otra, mi amigo, está claro, si en ese momento le hacen un examen de alcoholemia sale más plano y negativo que aquel que supuestamente pudieran hacerle a Dinio o Tamara para investigar su grado de inteligencia, digo inteligencia no listeza. El talento es innato de la persona, en cambio el ingenio lo aporta la necesidad de buscar las habichuelas diariamente con más o menos esfuerzo físico. Siempre se dijo que piensa más un necesitado que un abogado.
Pero a lo que íbamos, estoy convencido que la solidaridad hacia el prójimo es nula del todo, no existe, se produce cuando la misma conduce a ser protagonista principal ante la sociedad. Por ejemplo cuando se interviene en un concurso televisado donde ser solidario puede aportar determinados puntos en pos del fin deseado. En cambio en la vida cotidiana ocurren hechos y escenas como el acontecido a mi amigo.

Tras el accidente estuvo dos semanas en cama medicándose a base de tranquilizantes y codeína. Yo, indignado y ... algo más.

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