Este blog se hace con la intención de recopilar una suma importante de artículos publicados por el autor, en "Información Jerez". Se invita a colaborar en el mismo a quienes lo deseen. Se incluirán, igualmente, artículos de Opinión de palpitante actualidad.
jueves, 10 de diciembre de 2009
Fiestas de Otoño
Publicado en “Información Jerez” en Setiembre de 2003
Se puede decir que acaban de finalizar las Fiestas de Otoño cuando en realidad comienza esta estación del año. Bajo mi punto de vista y criterio no hay punto de comparación entre aquella bien olvidada de la Vendimia y esta otra, que aún a pesar de haber sido concebida de otra forma; sigue conmemorando el nacimiento del nuevo vino, lo cual hace que no se pierda el espíritu preconcebido de exaltar un símbolo –cual es nuestro “jerez”, por el que desde remotos tiempos se nos conoce. Ahora sigue siendo así también. Pero se incorporan nuevas expectativas que hace que nuestra ciudad sea conocida allende nuestras fronteras, aparte de por nuestros incomparables caldos, por los caballos, el flamenco, sus monumentos arquitectónicos, cultura, museos, congresos y exposiciones; y disfrute de unas infraestructuras encaminadas a retener en nuestra Ciudad, a diario, una buena bolsa de turistas de todas las nacionalidades.
La Fiesta de la Vendimia murió ella sola, nadie ayudó a ello, dejó de existir por su propia inercia; nunca estuvo viva. Fue una fiesta joven, donde el pueblo pintaba muy poco –por no decir nada- concebida únicamente para servir a los intereses comerciales de los bodegueros. Se intentó maquillar un tanto esta circunstancia, como pudo ser nombrar la Reina de las Fiestas de entre las jóvenes, de cuna humilde, de nuestra localidad. Puede decirse que aquello no dio los resultados apetecidos e incluso tropezó con las carencias que su condición social y económica planteaba. Bueno, no es mi intención ahora hacer reverdecer viejas circunstancias, que ya hoy están más que superadas y que solo podrían sanar un régimen político como el que disfrutamos.
Estas Fiestas de Otoño, recién finalizadas, sin necesidad de un recinto ferial donde acumular a miles de personas, sin precisar alumbrados con cientos de miles de bombillas, sin casetas; estas vienen dadas por los propios bares del centro y el gran “tapeo” que nos ofrecen. Aquí el buen comer se hace, por ambas partes, -el que lo cocina y el que lo degusta- de una forma más sosegada y refinada. La tortilla de patatas, el pimiento y el “pescaíto" frito” dejan paso a la quintaesencia de los mejores paladares y cada cual, bajo la atenta mirada de un jurado experto y entendido en cuestiones gastronómicas, determina cuales son las mejores y apetitosas “tapas”. A partir de entonces, solo de entonces, puede que algún ganador del “tapacentro” sea mucho, y tal vez más, conocido en su ciudad y fuera de ella.
Esta quincena de días, que es el tiempo que duran las fiestas, nos dejan sabores y sentimientos, pequeños disfrutes nacidos de pequeñas y múltiples diversiones; no llegaran nunca a producirte “indigestiones”, las dosis ofrecidas son las justas, nunca se producen excesos, solo los necesarios para dejarte con el sabor en los labios. Son unas fiestas sin desmadre. La “tapa” se sirve en plato pequeño, el vino en catavino jerezano –como debe de ser- bebido en pequeños sorbos será un deleite sin par y fiel compañero de las mejores tertulias, como el baile y el cante flamencos; María Soleá me pellizcó el corazón, su ceguera me hizo ver luces de esperanza en este mundo de intereses. Mis nietos, y yo, y la abuela con ellos, quedamos atónitos, perplejos, ante un relato nacido entre los entresijos de un pequeño teatro de títeres.
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