Se va acercando el Invierno y por tanto las Fiestas de la Navidad. No sé si le ocurre a los demás pero lo que es a mí me entristecen a más no poder. Es manida la percepción de los motivos que la provocan: la ausencia de seres queridos y aunque es verdad la que yo siento también es consecuencia de los tiempos pasados transcurridos con un volumen exacerbado de escaseces de todo tipo. Yo me pregunto ¿Cómo me puede producir al cabo de los años aquella situación económica esta felicidad? Pues es así, no sé si sería por la adolescencia y el entrañable comportamiento de la familia, los amigos, y la vecindad aparte de que las zambombas, por ejemplo –entre otras muchas cosas- eran feten/feten; las de hoy son meros compromisos comerciales y rivalizan en dar cada cual un espectáculo teatral más que una zambomba que nada tienen que ver con aquellas otras en los patios de vecinos.
Ocurre entonces que existían calles y barrios tela de “zambomberos”. Ahora no existe esa alegría vecinal, surge otra muy distinta y a pesar de los pesares menos socializada, más progresista, si me lo permitís más del siglo XXI. Hasta las propias zambombas son más sofisticadas hoy día, son un verdadero lujo y hay quien se dedica a construir este instrumento musical; que no me atrevo a catalogarlo como de percusión, de viento (en el cogote) y tampoco de cuerda; yo diría de carrizo, agua y roce. La música eleva los sentidos al infinito. Los sonidos de la zambomba son más rústicos aunque la forma de producirlo quiera ser más un antojarse que un aborrecer.
Los motivos de mis nostalgias pueden ser también de la época de la adolescencia. Por ejemplo, ¿se acordáis de los juguetes que nos traían los Reyes Magos? Antes voy a evocar los dulces caseros: los pestiños, tortitas de aceite, rosquitos, mantecados etc. Todos o casi todos dejaban la casa un olor a matalahúva que denunciaba al vecindario: “Alfonsa” (mi madre querida) ya está haciendo pestiños (por ejemplo).En ciertas calles como Ancha, Por Vera entre otras existían unos cercados de alambre de malla con pavos, gallos y algunos conejos –estos ya desollados-. Los pavos y gallos había que matarlos en casa, a más de un ama de casa se le fue el animalito mientras tuvo sangre en las venas, corriendo por la casa con el pescuezo colgando; pobre animal. Con razón ahora alguien está más mosqueado que un pavo por Navidad.
Los juguetes también ahora son otra cosa. Ahora campea el I´Pad, la tablets, y cosas parecidas con la denominación en inglés. Antes era la cabeza de caballo pendiendo de un palo, lo caballos de cartón sobre una plataforma con cuatro ruedas que mis hermanos y yo nos turnábamos para montar y empujar, respectivamente.
En fin el 2011 está a punto de pasar a la historia como son las Navidades de antaño.