Quién no ha tenido un amor oculto, no declarado; o sea, mudo, silenciado, guardado en lo mas hondo de su ser, sin nunca haber visto la luz pública, silenciando a la persona de la cual has estado enamorado. Esto, al menos, es lo que yo he llegado a percibir en un momento determinado de mi vida, a lo mejor dicho así pueda parecer una excesiva estupidez por mi parte, aunque más bien creo fuera la consecuencia de una timidez manifiesta, brutal.
Creo que el hombre, ante una belleza femenina, ha sido siempre un tanto retraído, medroso, ha desarrollado un gran complejo de inferioridad. Aquella mujer era, efectivamente, una hermosura. Era un deseo, como tantos otros. Con el transcurrir de los años este complejo desapareció pero fue apareciendo en escena otro de parecido semblante: el miedo al ridículo, un hombre de edad avanzada solo puede atesorar en su corazón el amor que fue envejeciendo a compás de tus penas, solvencia, capacidad, que te dio unos hijos de pura cepa que hacen dudar, por esto y otras muchas cosas, si has sido merecedor de tan rico patrimonio. El amor no se debe de buscar en lo físico, hay que encontrarlo en los senderos del alma. Ahora pienso que sigo siendo tímido para mostrar las vergüenzas de mi alma ante la mujer que mas he querido en mi vida, después de otra mujer; mi madre.
Poco a poco se fue metiendo en mis espacios, desde allí fue empapando todo el aire de mi alrededor. Desde entonces no he podido dejar de soñarla. No hubo flechazo pero poco a poco fue ocupando mi corazón; siempre dudaste, y siempre expresaste tímidamente tu cariño. Lo que ocurría era que a lo mejor te comportabas de esa forma para evitar adversidades mayores, o si realmente no sentías amor por mí. La mente, a lo mejor los pensamientos, nos juega bromas, nos alborota el alma, las emociones, hasta hacerlas irreconocibles.
No se si esto es amor; es más, dudo a veces que éste pueda existir. Entiendo por amor otra cosa, al menos así lo he vivido, nunca pensé que podría algún día decir esto; es un sentimiento, más bien, que solo se puede vivir desde el deseo del alma pero afortunadamente, escasas veces encuentra donde agarrarse al cuerpo. Por tanto no moriría por amor, ni tampoco mataría por amor. Pero a pesar de todo la quiero, deseo estar de forma especial junto a ella y continuar de esta forma viviendo mi existencia en este mundo de tantas sorpresas.
La juventud de hoy no entiende esto, no entiende un amor (si esto es amor) para toda la vida. Ellos creen y se casan con la mentalidad que es por un tiempo determinado y no con la plena conciencia de que un matrimonio debe de ser para siempre. El caso de que el matrimonio sea una institución para toda la vida ha dejado de funcionar hace ya mucho tiempo. Todo ello, tal vez, porque algunos aún piensen que su libertad de soltero debe de seguir existiendo en la nueva vida de casado. Tal vez pueda ocurrir también que el nexo de unión con sus padres no se haya roto aún, que prevalezca la obediencia a estos antes que darle el lugar que le corresponde a su mujer. También puede darse el caso que rebase el deseo carnal, la apetencia sexual de lo nuevo con respecto a lo ya conocido. Creo que sí. No entiendo por qué razón hoy mi fuente de inspiración ha sido mi amor de siempre, de toda la vida, hasta la muerte. Mis hijos, por muchos motivos, nos lo agradecerán.
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