jueves, 26 de noviembre de 2009

...pero qué cosas.

Qué es crítica. Muy a menudo usamos en nuestra conversación diaria y también en nuestros escritos dicha palabra. La usamos, ya digo, con el fin de verter unos razonamientos dirigidos a aquellos, bien sean personas, entidades o cosas, que bajo nuestro punto de vista no están lo suficientemente bien encaminadas al fin propuesto o se desenvuelven muy torpemente. Hay quién dice, sobre todo cuándo se quiere eludir la responsabilidad de una crítica hecha en tono duro y tajante, que la hizo de forma “constructiva”. ¿Es que existe alguna que no la sea? Entiendo que la crítica que se hace en tono malévolo, que no sea construir o reconstruir algo que se deterioró es, más bien, encomio, calumnia o difamación.

Este fin de semana he leído bastante en torno al contrabando existente en algunos países de su cultura milenaria: estatuillas, pinturas, retablos, Budas, algunos de ellos por sus dimensiones han tenido que ser partidos en tres y hasta cuatro trozos para poderlos sacar del país de procedencia. Un verdadero escarnio del que se están beneficiando más de cuatro desaprensivos entre los que se encuentran, incluso, personas de la propia administración de origen. Esta riqueza arqueológica milenaria está siendo destruida por salteadores nocturnos a cambio de un raquítico puñado de dólares- precisamente ofrecidos por gente de países catalogados como civilizados, que vuelven, con sus fechorías, al más claro ejemplo de incivilización, aunque bien es verdad, esos hechos, aunque no sean sintomáticos de civilización, sino de fuera de ella o contra ella, han de comprenderse en su historia.

Muchas veces cualquier tipo de crítica se ve sometida a determinadas situaciones partidistas de tal forma que pretenden hacer ver que sacando esa riqueza arqueológica del país de origen se está salvaguardando dicho patrimonio. Pero en poder de otros, que nunca podrán ser sus dueños legítimos, y con un nuevo valor por encima del precio tasado en origen de muchos cientos y miles de dólares. Los beneficiados, principalmente, los denominados países poderosos. En Indonesia, Malasia, existe tal clima de corrupción en tal sentido que los profanadores de tumbas, a veces son detenidos y castigados fuertemente (incluso con la muerte) pero la sepultura quedará abierta y sin vigilancia hasta la total aniquilación de todos sus bienes históricos.

En este caso, y otros tantos, una fuerte crítica lo más que consigue es mentalizar a la opinión pública –que no es poco- y dar a conocer al mundo entero el desaguisado, la barbaridad y la monstruosidad que hacen los países llamados ricos con los económicamente débiles. Un claro ejemplo fue, aunque no tan desafortunado, el saqueo al que fue sometido el Museo Arqueológico de Bagdad con el supuesto consentimiento de las tropas ocupantes.
La misma lástima me produce que un adolescente argentino, aficionado al fútbol, no vea tan necesaria la inversión que el Gobierno de su país está haciendo a fin de facilitarle de forma gratuita a la entrada en los estadios unos libros para culturizar, sobre todo mentalizar a la opinión pública, y alejarla de hechos violentos y agresivos. Qué pena me dio oír al joven decir que dicha “plata” estaría mejor empleada en otras cosas. Pero qué cosas.

No hay comentarios: