jueves, 26 de noviembre de 2009

Esperanza Lezcum.


Publicado en "Información Jerez"

No hace mucho me enteré que mi buena amiga y compañera –de trabajo- Esperanza Lezcum se había jubilado ya de forma definitiva; hasta ahora había estado a tiempo parcial. Merecidísimo retiro a la clausura y recogimiento en el templo del descanso y silencio profesional, que en tu caso tan bien merecido lo tienes.

He sido compañero tuyo –colaborador de COPE, durante muchos años y aunque nunca recibí por parte de esta Asociación de la Prensa de Jerez el reconocimiento que me habilitara como profesional, persisto que al menos el día que se escoja para brindarte ese merecidísimo homenaje –que espero sea así y pronto- se acuerden de ofrecerme una invitación a fin de poder sumarme al mismo, aunque sea a forma de intruso, poderte dar dos besos, expresarte mi alegría y decirte cuanto te quiero.

Es verdad que de aquella casa en calle Ramón de Cala tengo muy buenos y excelentes recuerdos, también de aquella otra en San Agustín, pero bastante menos; fueron más bien malos, porque desde allí salimos en práctica formación compañeros como Pepe Marín, Eloisa, Ayllón, entre otros muchos. Todos, sin excepción, trabajamos prietas las filas a las ordenes de Andrés, injustamente criticado en muchas ocasiones, por los profesionales de medios –propios y ajenos- y que el arriba firmante cree que se producía a causa de aversión y una envidia insana.

Soy consciente de cuánto trabajaste Esperanza en Cope; más que nadie, puesto que fue la superviviente, en unión de mi querido José Antonio Montero y pocos más, entre los que se encontraba Gabriel Álvarez, en la imperiosa, arbitraria y dictatorial reducción de personal. Digo esto por causa de que la Cadena no obró como un ente único, más bien interpretando cada emisora como un centro de trabajo independiente –que era lo que más le convenía- eludiendo así de esta manera la fuerza que hubiera supuesto la unión de todos los trabajadores. Siento de verdad todo esto, pero se crearon situaciones injustas, indignas e incluso inmorales. La más evidente de toda la correspondiente a Pepe Marín que pasó de la noche a la mañana de honesto y estimable a casi villano. Desde entonces su situación económica se sostuvo a base de mucho laborar por donde pudo. Pepe me parece que merece, cuando menos, un perdón.

Esperanza hija, fuiste una de las voces más desprendida y dadivosa de la radio jerezana, ejemplo de entrega, ilusionada siempre como una principianta, compañera de verdad donde el colega siempre merecía lo mejor por tu parte sin acordarte del posible mal que te hizo en algún momento. Creo que fuiste siempre la amante de esta tu profesión, que quisiste más que nadie. A las pruebas me remito. Con más razón que un santo nuestro Ayuntamiento en Junta celebrada recientemente aprobó, entre otros, el Premio “Ciudad de Jerez a la Igualdad” que recayó en tu persona. No sabes cuanto me alegré cuando supe del mismo. No voy a decir toda una vida dedicada a la radiodifusión pero sí más de media, que por ser los años de tu juventud y madurez son los mejores y más valiosos de tu vida.

Bueno, no voy a decir que tu jubilación nos separa, más bien fui yo quien con la mía hace ya doce años hizo romper nuestros lazos laborales y amistad. Pero vamos ahora tanto tu cono yo, libres de obligaciones, seguro que nos veremos y tendremos ocasión de contar de nuestros hijos, y más que nada de nuestros nietos. Contaremos las batallitas, lindas por cierto, de la emisora por Navidades, Semana Santa, Feria, El Rocío etc. las bromas y simpatía de Manolito Yélamo o las retransmisiones del cupón de la Once, cuando se hacía desde Jerez, por el inolvidable y querido Juan Antonio Navarro. Cuántas y cuántas anécdotas que contar a tus nietos. ¿Verdad Esperanza? Que Dios te colme de felicidad en tu merecido retiro al templo del silencio profesional. Un beso.

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