Publicado en "Información Jerez"
Ya estamos de vuelta de unas pequeñas vacaciones. Puede extrañar que una persona ya jubilada, pueda hablar de días de asueto cuando por su condición de hombre sin compromisos laborales, presuntamente puede estar libre de ese tipo de “ataduras”. En algunas ocasiones he deseado estar aún activo laboralmente para alejarme de ciertas obligaciones relacionadas con la “bolsa”… de la compra, claro está, y otras obligaciones que en principio fueron mero entretenimiento pero que con el paso del tiempo pesan sobre los hombros algo más de la cuenta y necesita uno de unas vacaciones donde tanto a la parienta como a uno se lo ponen todo por delante. Eso es vida, lo demás que no sea eso es cuento chino. Claro está que mi situación actual de vuelta a casa no me lleva a la desembocadura de una psicosis de alergia al trabajo.
He pasado estos días muy cerquita, casi al final del Algarve portugués. Una de las poblaciones más al Poniente, ya cercano el Cabo de San Vicente, concretamente en la ciudad de Lagos. Nos hospedamos en un hotelito al pie de un acantilado que daba acceso a una calita preciosa, es un paisaje de ensueño, de cuento de hadas, de hechizos y embrujos. El único inconveniente era bajar por una escalera de madera atrapada a la pared rocosa, que servía también para otear el horizonte de vez en cuando, y después de una mañana de baño y sol subir por ella poniendo en evidencia una deficiente preparación física; más bien exceso de años. A la caída del sol ya uno no se acordaba de los inconvenientes y alzado por la belleza del paisaje merecía el atrevimiento a cambio de impregnar la retina de una belleza sin par. Por eso existe también en Portugal tanto arte; la humanidad se impregna del mismo, de su sol, sus decorados naturales, desbocan en grandes y hermosos sentimientos.
Andalucía, aparte de ser bella; que no es poco, precisamente por su hermosura, abundan en ella escritores, poetas, cantores, pintores, etc. que inmersos en un todo artístico resuman inspiración y arte por los cuatro costados. Con Portugal pasa algo parecido, no es de extrañar porque ambos pisamos suelo ibérico. Soy un convencido, si te entretiene en oír a los fadistas portugueses. El fado igual que el tango, nuestro flamenco, son sentimientos muy enraizados. Gracias a Carlos Cano, que Gloria goce, sabía ya algo de cuanto digo referido al fado portugués, que como los fandangos de Huelva, los hay de origen diversos, en Coimbra y Lisboa, y según quienes los canten: Argentina Santos, Alfredo Duarte o Amália o Alcindo de Carvalho, da igual, te cala en el corazón tanta emoción. Tanto arte. Yo diría que Andalucía y el Algarve son una misma cosa se dejan ver por parecidas emociones. He tenido oportunidad de oír cantar a dúo un fado a José Mercé y una artista portuguesa de cuyo nombre no me acuerdo. No se puede aguantar tanto sublime arte.
El europeismo de la moneda, me refiero al euro, nos hace ver a las primeras de cambio que la vida transcurre por los mismos cauces tanto allí como aquí, tal vez un poco más económico Portugal, si comparamos el Algarve con nuestra Costa del Sol. Pero poca cosa. Esta zona portuguesa es más asequible para los españoles de clase media que la propia Costa del Sol, más lujosa, más de la llamada Jet. Os diré, existe en Lagos, en la zona de la playa Dª Ana un hotel con capacidad cifrada en trescientas habitaciones que está cerrado debido a que nunca ha logrado un lleno ni pleno ni parcial. Parece ser que se edificó si haber hecho un estudio serio de mercado en dicha zona siendo el principal inconveniente poseer en cercanía una playita muy pequeña, prácticamente una cala que sería insuficiente para ocupar de pleno dicho hotel. Es verdad que en la parte opuesta de la ciudad –a unos cuatro kilómetros- atravesando todo el centro urbano existe otra playa de arena fina de acceso muy cómodo y de una extensión muy parecido a nuestra Valdelagrana y con hoteles casi a pie de playa.
En definitiva que sobre todo mi mujer descansó del quehacer diario y yo tan contento por ello.
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