El ciudadano de a pie no es militante, o simpatizante, de un partido político por el mero hecho de serlo, más bien por que se ve identificado con la doctrina que distribuye dicha organización política y dentro de la cual se siente realizado ciudadanamente; sueña que alguna vez se gobierne con dichas directrices, para él las más optimas.
Ocurre que en toda vida política no todo es camino de rosas; unas veces más que otras no todo sale a pedir de boca. Es cuando hay que sobreponerse, demostrar que se es un buen político, ceder, y dentro de las alternativas de que dispones acceder a aquellas que te son menos desfavorables. Es un mero, por no decir puro, ejercicio de responsabilidad democrática donde a veces tienes que dejar en el camino algunos de los argumentos del programa político presentado y también, es verdad, alguna parte de las aspiraciones políticas personales..
Gobernar en coalición, no es otra cosa que gobernar en asociación, en compañía, donde cada una de las partes se sobrellevan y entonan diferencias ideológicas en beneficio de un todo común. Lo que no puede ser, como muy bien decía hace unos días Antonia Asencio es hacer perdurar el “berrinche”. Que conste que no encuentro un remoquete más apañado para la ocasión, aquellos que me vienen a la cabeza y que pueden ser análogos como cólera, furor, arrebato o enojo, por citar varios ejemplos, se me antojan bastante más mordaces que el empleado por la concejala andalucista. Berrinche me suena más afable, yo diría que acicala los sinónimos, pero claro, tiene que ir acompañado del gesto picarón que presentaba Asencio en la instantánea que publicaba la prensa local el pasado martes..
Aunque personalmente no comparta eso de la ley del más fuerte no tengo más remedio que admitirlo, pero no sólo en cuestiones políticas, también en las sociedades económicas y en cualquier otro ente donde una decisión a tomar tenga que ser acordada por la mayoría de sus miembros. ¡Que para eso estamos en democracia! ¡Qué puñetas! Es así, en una Sociedad Anónima la mitad más uno del total de las acciones determina la propiedad de la empresa. Las mayorías relativas son restrictivas, condicionadas; sobre todo en política. Otra cosa es poseer mayoría absoluta, aunque esta circunstancia tiene más bien cara de dictadora enmascarada y personalmente no me agrada que en política se produzca. Pero ocurre que no es impuesta, ahí está la gran diferencia, todo lo contrario, nace por un deseo unánime del pueblo soberano.
Esta legislatura no ha hecho más que empezar, quiere decirse que tenemos aún por delante un cuatrienio para moderar los impulsos del corazón y activar aquellos del cerebro, que seguro son más eficaces y provechosos en todos los sentidos, Se quiera o no se quiera Pacheco, un hombre de mucho carácter, -que no voy a discutir y menos poner en duda- nos dio a todos una lección magistral de todo cuánto aquí he tratado de explicar. Dentro de las posibilidades que tenía escogió aquella más favorable y, seamos sinceros, la que menos se esperaba.
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