Nunca se ha hablado tanto de racismo como se está haciendo de cierta parte para acá. Se hace, en gran medida, como consecuencia del eco masivo que tienen los gritos, simulando los de un orangután, dirigidos a cualquier jugador de raza negra (del equipo contrario) que esté interviniendo sobre el terreno de juego de cualquier estadio.Sinceramente, creo que estas manifestaciones no se hacen con un mal propósito racista, si fuese así se emplearía de igual manera con los jugadores del equipo local y eso no sucede. Un claro ejemplo lo tenemos acá con el jugador de color, Lawal. En fútbol, desafortunadamente, se insulta al árbitro, jugadores, afición visitante, y al que sea menester sin precisar el color de su piel. Por favor no magnifiquemos ni echemos leña al fuego en un tema que no es tan así como pretenden que sea. Ser racista es otra cosa bien distinta y muy distante a estas manifestaciones.
Una cosa es bien cierta, hemos tenido que esperar al desarrollo de nuestra sociedad como puede ser la desaparición en un porcentaje muy elevado del analfabetismo, mayor poder adquisitivo, mejores condiciones sociales, etc. para que hagan acto de presencia, más que actos racistas y xenófobos, hechos inflexibles, intransigentes y de mala educación. El hecho de existir sobre este planeta Tierra personas con distintas características físicas, es más que sobrado para iniciar un proceso de comparaciones y, también, de clasificaciones de razas, que según su color de piel, forma del cráneo, y estatura –entre otras particularidades- irán sirviendo para ir haciendo catalogaciones de superiores o inferiores. Actualmente los científicos han demostrado que no existe ninguna diferenciación o supremacía de una raza con otra, no existen diferencias genéticas; por tanto, no existe una raza superior a otra.
En España no se vieron las primeras personas de raza negra hasta que se instalaron en nuestro territorio las bases militares americanas. Recuerdo que cuando reparé en ellos me causó una gran extrañeza y sentí curiosidad al ver lo nunca visto. Es extraño que a pesar de haber tenido colonias en Guinea Ecuatorial, donde como se sabe la raza dominante era la negra, y en Marruecos como consecuencia del Protectorado -antes de conseguir su Independencia- nuestro suelo no cobijó ni tampoco dio facilidades para que se instalaran gentes de allá. Lo mismo observo, remontándonos en el tiempo, con Cuba y Filipinas, las uniones interraciales se llevaron a cabo solo allende nuestras fronteras. He de suponer que en el primero de los casos –Guinea y Marruecos- gran parte de culpa la tuvo el régimen establecido durante más de cuarenta años.
Me fastidia que el caso “Farruquito” se politice y se aproveche para hacernos ver que se está tratando el mismo con ciertas dosis de racismo y discriminación racial. No es así, ni mucho menos, Farruquito –desafortunadamente- cayó en una sucesión de errores –de los cuales creo sinceramente está totalmente arrepentido- pero no puede enarbolarse en su defensa la bandera del “No al racismo” como se ha podido ver en manifestaciones recientes con gentes de su etnia; que hemos visto en la televisión.
A lo mejor, al ver estos hechos a través de mis ojos, puedo caer en el error de ver el escenario de forma contraria a como lo ven los demás, especialmente los implicados, que pueden confundir como intolerancia ajena los malos comportamientos propios.
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