jueves, 26 de noviembre de 2009

Lo efímero der las c osas.

Paso casi constantemente por la calle Ancha, lugar de tránsito obligado de camino a casa o viceversa, sigo por tanto día a día el derribo del antiguo cine Riba produciéndome cierta remembranza lo que representó un determinado momento en nuestras vidas. Su construcción, supuso para mí entre otras cosas, una pequeña evolución, más bien modernización de aquel entorno en el cual me crié. Fue para los vecinos del barrio de Santiago cierta generosidad o plétora, tener un cine de “invierno” a dos pasos de casa sin necesidad de alejarse hasta el Teatro Villamarta. Lo que son las cosas, hoy no es distancia insalvable; más bien un paseo.

Para poder construir el cine Riba fueron derribados dos o tres pequeños edificios; un almacén de ultramarinos (después droguería y bar, “El Popeye”) y una carbonería. Estos pequeños negocios estaban ubicados en “accesorias” de sendos inmuebles, uno de ellos domicilio del Dr. Guerrero, médico forense de nuestra ciudad durante muchos años. El arriba firmante era por aquel entonces muy joven. Pero ya pensaba que estaban derribando casas que representaron una forma de vida, sobre todo una etapa, nada plausible, de mucha escasez, muy fuliginosa, muy ennegrecida por el régimen político vigente. Justo al lado existió un comedor de la beneficencia, hoy se diría comedor solidario o algo parecido.
El solar o parcela que el derribo provoque, interesará –según tengo entendido- para la construcción de pisos; casas de vecinos al fin y al cabo pero, eso si, con unas comodidades muy por encima de aquellos habitáculos con sala y alcoba, lavaderos y cocinas comunitarias, cuyos vecinos de la planta alta tenían que gritar a los de la baja: ¡¡¡Agua arriba!!! a fin que restringieran o aminoraran el caudal de su grifo único para que la presión favoreciera a los situados en la “altitud”.

Eran momentos de escuchar Radio Pirenaica –la autodefinida como la única independiente de España- debajo de la cama, por si acaso. Las madres preferían, entre anuncios del flan Chino “El Mandarín”, o aquel otro “flan Potax” o “chocolates Solé”, escuchar a Boby Deglané, Rafael Santisteban, Agustín Embuena o José Luís Pecker que, por aquel entonces, eran acaparadores de las mayores audiencias. Aunque bien es verdad, disfrutaban más de los beneficios de la popularidad que de aquellas otras ganancias dinerarias, como ocurre hoy.
Mientras tanto el mundo seguía rodando y nosotros inmersos en la rodada: Adolf Hitler se suicida, Estados Unidos lanza la primera bomba atómica e inicia la guerra fría con Rusia, Perón anuncia su candidatura a la Presidencia Argentina; que más tarde templaría nuestra hambre con el envió masivo de trigo… El tiempo, inexorable, transcurre, se le concede el Premio Nóbel de Medicina a Alexander Fleming, se constituye la ONU y los aliados se pronuncian contra Franco reunidos en la conferencia de Postdan. También se constituye en España Tabacalera S.A. y si mal no recuerdo lanza al mercado la primera marca de cigarrillos rubio “Bubi”.
Los edificios existentes esquina de Ancha con Lealas representaron una época que no quisiera recordar, terriblemente fea y bochornosa; aflictiva e ignominiosa. El cine Riba, igualmente que sus antecesores, ha pasado a la historia de Jerez con una vida no mayor de cincuenta y cinco años. Creí ver en él un “cambio” y es que la juventud de aquél entonces, apolítica, tontamente catequizada, vio peras en el olmo. Creo que ya será tarde para vivir nuevos decorados urbanos de los que pueda sentir pesadumbres y nostalgias fugaces al cabo de los años que, a buen seguro, ya no viviré.

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