Publ.en "Información Jerez" en Abrilo de 2004
Hace ya algún tiempo, al menos tres años, que me desvinculé del movimiento vecinal a nivel federativo. Hecho de menos, justo es decirlo, la lucha diaria en pos de viviendas dignas, equipamientos escolares y sanitarios, la defensa de una política de consumo que garantice los derechos del consumidor en el marco de un desarrollo económico y que respete el medio ambiente, entre otros muchos asuntos; vigilancia del aumento de los precios y, sobre todo, prestar especial atención a los colectivos de mujeres. Observo a los dirigentes vecinales impávidos ante la escalada de precios desde que apareció el euro en escena, el “redondeo” es descarado y un simple desayuno –café y media tostada- tiene un costo actual de doscientas cincuenta pesetas (1.50 euros). Se está perdiendo poder adquisitivo, sobre todo por parte de los pensionistas, cuyas actualizaciones anuales presumo no se corresponden con la realidad.
Es verdad que hoy estos representantes vecinales se han olvidado mucho no solo de los conceptos expuestos anteriormente sino también de otros muchos que ya, parece ser, está restando bastante credibilidad al movimiento vecinal. Me duele mucho que esto ocurra y solo la edad me apartó de la lucha, no porque me faltaran fuerzas para seguir en la brecha sino porque, más bien, existió una inclinación –más bien una corriente política- que aconsejaba la renovación por un cuadro directivo más joven dentro de “Solidaridad”. Puedo parecer pedante o presumido pero lo que en teoría parecía necesario ha resultado en la práctica un desatino.
Hay muchísima tela que hilar a fin de emprender programas y acciones encaminadas a mejorar la calidad de vida de nuestros vecinos, sobre todo para denunciar los abusos a que se ven sometidos en la sociedad de mercado y fomentar campañas encaminadas a cambiar las desigualdades y privilegios que aún existen. Nos estamos olvidando de la lucha en pos de una reducción del IVA en bienes de consumo; de los portavoces de la Plataforma estatal en Defensa de la Sanidad Pública; las Listas de Espera –de hasta seis meses- en la Seguridad Social; información más exhaustiva sobre la Ley de Propiedad Horizontal y, entre otras muchas reivindicaciones, mayor información e infraestructura –sobre todo contenedores en el hogar- para el reciclado de los distintos residuos.
Haciendo un poco de historia entre 1968 y 1977 se constituyen en España más de 1000 asociaciones de vecinos, aunque en verdad la mayoría de edad de estos colectivos se logra con la creación de las federaciones. Viene a mi memoria la lucha contra los aumentos de precio –la carestía de la vida- que reúne en Madrid a 100.000 personas en una manifestación sin precedentes. Esto desapareció, el ciudadano –sobre todo el dirigente vecinal- se ha vuelto cómodo, cree tenerlo todo hecho; solo quedan dignas excepciones: Jesús Palomo, al que me planté en más de una ocasión, más por cuestiones de credo político que por reconocimiento de un trabajo, el suyo, excelentemente hecho; Pepe Saborído (no habrá otro presidente como él); Luis Valle en su dualidad Solidaridad/Pedro Palma, entre otros. Son como los viejos roqueros, aquellos que nunca mueren.
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