Este blog se hace con la intención de recopilar una suma importante de artículos publicados por el autor, en "Información Jerez". Se invita a colaborar en el mismo a quienes lo deseen. Se incluirán, igualmente, artículos de Opinión de palpitante actualidad.
jueves, 14 de enero de 2010
...No soy metrosexual.
Publ-"Información Jerez" Dicimbre de 2004
De vez en cuando y sin venir a cuento se ponen de moda ciertas expresiones. La última creo –no se si habrá alguna otra que la haya desplazado - es “metrosexual”. Por lo visto la palabreja no tiene nada que ver con el tamaño del pene, como cabría esperar por el empleo de la unidad de medida metro y el adjetivo, sexual. El sintagma nace de “metro”, refiriéndose a hombres que se concentran en las áreas metropolitanas, y “sexuales” porque viven su lado femenino sin temores ni prejuicios. El nuevo vocablo fue “inventado” en Inglaterra por Marx Simpsom hace ya, al menos, una década. Define al nuevo hombre, narcisista por naturaleza y que está saliendo del armario (“closet”) y es un tipo con “money” que se lleva todo el día delante del espejo.
El hombre así descrito, en cuanto a sus cuidados físicos, se asemeja muchísimo a las mujeres; o sea, se depila las cejas, se masajea el cutis con cremas hidratantes, tiñe y amolda sus cabellos, se hace la manicura (se pinta las uñas) y un montón de cosas más, a fin de hacer resaltar su posible belleza o conseguirla a través de estos métodos. Así es que el arriba firmante no es “metrosexual”, a lo sumo se da un “after” tras el afeitado diario y santas pascuas. Pero existen poderosas razones –lo aseguro- para pensar que estoy bien “apañao” en el aspecto que estáis pensando. Aunque, eso si, un poquitín agotado ya. Lógico, cosas de la edad.
Quiero pensar que la única finalidad de aquellos que se comportan como verdaderos maricones (sin serlo todavía) es el deseo de seducir a las mujeres –cosa que por lo general, logran- y también por que les gusta verse guapos en todos los sentidos; son ególatras de tomo y lomo. Bien es verdad que están surgiendo –según tengo entendido- problemas con las comunidades gay, claro ejemplo de ello son las declaraciones del famoso actor homosexual Meter Paige, quien se queja que cada vez resulta más difícil distinguir entre heterosexuales y homosexuales. Dentro de nuestro fútbol hay claros ejemplos de metrosexual, no tenemos que salir de Jerez para comprobarlo, aunque bien es verdad que David Beckham, entre otros muchos de la Primera y Segunda División de la Liga del Fútbol Español, se lleva la palma de la metrosexualidad imperante.
Imitan los peinados y el vestir de sus esposas, y no le hacen ascos a ser retratados de esta guisa para las distintas revistas del corazón. Una cosa es cierta, los metrosexuales están desplazando a aquellos otros que siempre dijeron que “el hombre y el oso si son feos más hermosos”. Ya no se lleva ser desaliñado, rasgarse los vaqueros a la altura de las rodillas, desteñirlos en un afán de envejecerlos, oler a tabaco y que el aliento delate alcoholemia crónica. Lo que prima es la feminidad de sus atuendos y, sobre todo, costumbres y cuidados estéticos de la piel. Me quedo alineado entre ambas formas de comportamiento; ni una ni otra me seduce. Siempre me ha gustado ser el hombre masculino, austero y modesto en el vestir. Los primeros son bichos consumistas de un status social alto, influyentes, y víctimas fáciles de los reclamos publicitarios.
No se hasta donde vamos a llegar. Se habla mucho de los derechos del hombre y la mujer; que deben de ser los mismos. Pero no se deben de confundir determinados artículos de consumo, cada cual tiene los suyos en razón de su sexo y constitución, y formación, física. De igual manera cada cual tiene y debe de beber fisiológicamente el uno del otro porque para ello están constituidos. No vayamos a confundir, que ya de hecho se hace, la masculinidad y la feminidad.
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