lunes, 11 de enero de 2010

El saber del alma.


El nombre, sobre todo, (que no la persona) de María Zambrano es bastante conocido en nuestra ciudad. Lo demuestra el hecho de que existe un colectivo de mujeres vecinales que lleva su nombre. Pero a pesar de ello me da la impresión que la célebre escritora no es excesivamente conocida como tal por el gran público. Recuerdo una ocasión, cuando mi etapa en el mundo vecinal, en la que pregunté –a lo mejor con cierta mala uva- quién era o había sido la susodicha María Zambrano. El hecho de que el colectivo de mujeres al que me he referido lleve el nombre de la célebre filósofa hizo que de inmediato la relacionaran con una dirigente vecinal.

Es una verdad a media por cuanto a su lucha en pos de las libertades, no exenta de peligros, sobre todo por su condición de mujer y dada la época en la cual le tocó vivir. Bien es cierto que su lucha la hizo desde otras atalayas: foros, tertulias, prensa y su propia obra literaria. Nunca –al menos que yo sepa- estuvo vinculada directamente en ninguna asociación vecinal y me imagino que si el susodicho colectivo de mujeres jerezano recibió su nombre ha sido como un pequeño homenaje a su persona y también a los muchos cursos y seminarios para mujeres pronunciados en las visitas académicas que hizo a Cuba y Puerto Rico mientras duró su exilio en México.

María era andaluza, nació en Vélez-Málaga en el año 1904. Por tanto muy recientemente se ha cumplido el centenario de su nacimiento. Siendo muy niña se traslada a Segovia donde su padre enseñaba Gramática Castellana y frecuenta la compañía de Antonio Machado; muy amigo de sus padres. Inicia los estudios de Filosofía en la Universidad Central de Madrid y conoce a Ortega y Gasset, Julián Besteiro, entre otros. Su primer libro Horizonte del liberalismo data de 1930 en el que refleja el ambiente social y político de la época, propugnando una renovación social, cultural y política. Colaboró en revistas de primera línea: Revista de Occidente, Cruz y Raya y Hora de España. Fue una época decisiva en su trayectoria y, sobre todo, en su pensamiento.
María Zambrano deja España en el año 1939 exiliándose en París para pasar luego a México y La Habana. Vivió también en Italia siendo expulsada por la denuncia de un vecino fascista. Después de muchísimos avatares y haber conseguido una amplísima obra literaria –que sería imposible recoger con detalles en esta columna- se traslada en 1980 a Ginebra y empiezan los reconocimientos oficiales a una María Zambrano que se debate y duda sobre su regreso a España. Por fin el 20 de noviembre de 1984 María Zambrano llega a Madrid. Siete años mas tarde (1991) fallece, aunque su pensamiento y su obra perviven.
En 1993 se publicó una antología de su obra completa La razón de la sombra. Entre los reconocimientos recibidos están el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, Doctora Honoris Causa por la Universidad de Málaga y Premio Cervantes entre otros muchos reconocimientos. Por muchas razones, que a lo mejor expongo algún día, convendría que el mundo vecinal –tanto hombres como mujeres- conocieran más de cerca a esta excelsa filósofa, sobre todo su obra y pensamiento.

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