De joven hubo un momento que llegué a pensar que si hubiera nacido francés hubiese sido más feliz. En verdad no me arrastraba el apetecer dicha nacionalidad ningún sentimiento patriótico, tal vez político, porque entre otras cosas, dadas las enseñanzas que recibíamos en los colegios e Instituto (sólo había uno en Jerez) éramos, en verdad, unos contrahechos jóvenes, individuos apolíticos, que si sentían algo no era otra cosa que mucha hambre y menos cultura. Por eso tal vez no quiera rememorar determinadas fechas, los recuerdos son siempre sombríos. Pero el tiempo todo lo difumina -nunca lo borra- y ya a estas alturas debo de pedirme perdón a mí mismo por tan descalabrado pensamiento de negación patriótica.. Hace tres décadas empecé a estar muy presuntuoso de ser español y, sobre todo, haber nacido andaluz.
Alguien puede pensar: “a buenas horas mangas verdes”. Pero se equivocan porque precisamente mi generación, y otras cercanas a ella, son las que más han obrado por sacar a flote este barco para hacerlo llegar al buen puerto de nuestros días. Mi sentimiento es andalucista, pero no nacionalista y mucho menos independentista. No necesito, ni quiero, ninguna de las dos opciones; ya tengo mi Parlamento Andaluz, también mi Gobierno Andaluz, mi bandera blanca y verde, mi Himno Andaluz. Todo esto me lo ha permitido España. No quiero otra cosa.
Esta raigambre andalucista surgió como consecuencia de las emigraciones de andaluces dentro del propio territorio nacional, donde dejaron algo más de media vida empapando la tierra que los recibió con mucho sudor y no menos lágrimas. No se le puede discutir a un andaluz su participación muy activa en la economía y desarrollo de Cataluña. Me siento muy orgulloso de ser andaluz y de hablar la lengua española Pero no somos castellanos como nos llaman de forma sibilina por algún lugar… Somos españoles. Debo de confesar que por los motivos expuestos tengo dudas si el habla andaluza es Lengua o dialecto. Ya se propone unificar la “b” y la “v” en el fonema “b” y los sonidos “q”, “c” y “k” en la grafía “k”. Bien es verdad que otros expertos consideran la pretendida reforma ortográfica como “contraproducente” por percibirse cierto interés político.
Este escrito que tenéis por delante está realizado más o menos bien, con más o menos calidad literaria, creo que al menos posee calidad ortográfica, a lo mejor sintaxis; pero sin dudarlo hecho con el corazón. Estoy de acuerdo con que un vallisoletano lo leería divino de la muerte, en cambio el arriba firmante se comería –lo de comer es un decir- todas las “eses y eles der mundo mundiá”. Esto ocurre por que hemos sido un pueblo que mamó de muchas culturas, de esta forma a pesar del largo tiempo transcurrido desde que los árabes dejaron de estar, nadie nos puede privar que se nos escape de vez en cuando aquello de una “jartá” o lo de “manda güevos”. Andalucía es así y así la quiero, que nadie me la cambie, que la quiero como quise a mi madre, que nadie me la toque ni la vilipendie. La pretendo –porque no soy su novio- soy pretendiente –que palabra más bonita- de una mujer hermosa: Andalucía. Dejadme con ella en esa escala que antecede al noviazgo, la más bonita por deseada, dejadme que mis ojos la contemple antes que rindan pleitesía al discurrir de tantos años.
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