viernes, 22 de enero de 2010

Una rabieta mas.


Publ. en "Información Jerez" en Julio de 2002.

En más de una ocasión tuve necesidad de acudir a las reuniones de la “Plataforma Pro Monumento a Rafael de Paula”; en verdad no se llamaba así pero debió de haberse denominado, puesto que el diestro jerezano era el principal motivo de su existencia. Lo demás, como por ejemplo el arte y otras lisonjas son coñas marineras añadidas, pero vamos, a mí no me molestan, las poquísimas veces que acudí convocado a dichas reuniones nunca fueron a título personal, siempre representando a la Federación de vecinos “Solidaridad” que tenía nombrado a tal fin a otro compañero, bastante más taurino y paulista que un servidor. Más fotogénico también.

Me incomodaba, eso sí, que se considerara el torear un arte cuando a lo sumo, entiendo, que solo puede llegar a disciplina o cosa así, maña u oficio donde la inspiración no cuenta para nada. ¿Puede ser un arte atentar contra tu propia vida? ¿Acaso lo es maltratar a un animal sin piedad? ¿Puede acaso ser arte amañar la cornamenta del animal? ¿O la dieta alimenticia desde su salida del campo hasta la lidia? Tenemos muy reciente el trance sufrido por Ponce y deberíamos meditar en torno a nuestra Gran Fiesta Nacional.

Los de siempre, me dirán que ilustres y sobresalientes escritores, poetas, médicos y demás excelsos personajes propugnan y patrocinan el toreo como un arte y al torero el artista ejecutor. Miren ustedes, pues bien, ya saben que respeto dichas opiniones -aunque trabajo me cuesta- pero no comparto ni tan siquiera uno de sus argumentos para demostrarme lo contrario. Ya en una ocasión, en esta misma columna, escribí un artículo cuya trama era precisamente esa, no consideraba arte el toreo. Quiero decir que no subo a los trenes en marcha, ni me aprovecho de las desafortunadas declaraciones del torero que han venido a demostrar poca claridad de ideas y escasa inteligencia. Dudo que tan exiguo talento pueda cimentar el desarrollo de ninguna disciplina artística.

El pintor, escritor, poeta, cineasta, arquitecto... etc. todos sin excepción dejan plasmada su obra de una forma tangible, y las futuras generaciones podrán enriquecerse con las mismas. Dependiendo de sus habilidades y formas de expresión así podrán ser considerados más o menos artistas. No voy a repetir aquí aquellos argumentos míos, lo único que quiero decir es que con bastante antelación denunciaba de alguna manera que solo por el hecho de ser torero no era motivo suficiente para recibir, por ejemplo, la Medalla de las Bellas Artes, la cual, por motivos que ahora no vienen al caso le fue negada con antelación. Pero ahora, políticamente, interesó su concesión. Me imagino que con el apoyo, también, de nuestro Ayuntamiento y de los partidos políticos que lo componen. Presumiblemente con mayoría absoluta; como se aprueban las cosas donde lo contrario es impopular y tiene reflejo en las urnas.

Rafael de Paula actuó con premeditación y alevosía. Cuando aún no había sentenciado su descontento se atrevió a recriminar a Joaquín Pettit: “Espero que usted me sepa entrevistar para llegar a donde tiene que llegar y yo decir lo que tengo que decir”. No entendí muy bien esa advertencia, me dije que era una frivolidad hasta que, llegado el momento, soltó aquello de no querer monumento proveniente de Pacheco ”porque los hijos duelen mucho”. Después declaró que Pacheco no le había dado empleo a sus hijos.

Las rabietas de Paula que, dicho sea de paso, siempre se dieron fuera de los ruedos, nunca dentro, les han traído tan malos efluvios como fatales consecuencias y fueron, al mismo tiempo, tan desafortunadas como decir que las mujeres se deben de lavar con jabón verde y estropajo; tampoco entendí muy bien esta aseveración. Me parece que Paula quiso ir a esta entrevista para cortar oreja y rabo pero su salida fue aún peor que la entrada.

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