La radio es todo.

Publ."Información Jerez" en Octubre de 2004

Dedicatoria:
A mi hijo Antonio ahora que gestiona desde la radio,
lejos de otras vanidades, el verdadero y maravilloso mundo de la información.

He tenido siempre gran afecto y cariño por la radio como medio de difusión, por ser transmisión cultural y “contagio” de sensibilidades y tolerancias. Me he preocupado siempre de todo aquello que ocurre alrededor mío y la mejor forma para ello, por su inmediatez, es el uso de la radio, mas aún ahora que debido a lo novísimo de las técnicas empleadas puede uno sintonizar cualquier emisora con receptores minúsculos; casi imperceptibles. Puedo decir, sin dar opción al error, que he conocido todo el proceso evolutivo de la radio en España.

La radiodifusión, como tal, sucedió al telégrafos de Morse, que propagaba mediante una combinación de puntos y rayas cualquier tipo de mensaje. Más tarde la telefonía, gracias a Gram Bell, consiguió que los sonidos lograran propagarse a través de un cable. Pero fueron necesarios nuevos descubrimientos para que la radio fuera una realidad: la medición de las ondas electromagnéticas propició la creación del primer receptor de radio, aunque la transmisión y recepción eran muy limitadas; solo a unos 20 kilómetros de distancia. Hasta 1916, fecha en que se inaugura la primera emisora de radio en Nueva York, no puede decirse que se inicia la era de oro de la radiodifusión (1936) en América y más tarde en Francia, Inglaterra y también España.

En la radio no se ve nada pero se imagina todo, tiene la gran capacidad de inventar imágenes mentales en los oyentes; cada cual, según su asimilación de ideas observa una determinada situación común con distintos matices. Genera una situación comunicativa muy particular: emisor y receptor se ven sin ser vistos, se perciben mares, montañas, animales, personas, ríos, rostros, alegrías, tristezas, etc… sin ser vistos. Es un medio ciego pero, sin dudarlo, es un mundo a todo color. El arriba firmante no deja pasar un día sin escuchar la radio y os aseguro que mi mente genera un carrusel de imágenes, virtuales si se quiere, que al contrario de aquellas otras que ofrecen la televisión o el cine -por citar dos ejemplos- no están circunscritas, por espacios, pantallas, colores, ni sonidos. Solo se caracteriza por un lenguaje de gran riqueza expresiva. Mas tarde la prensa escrita plasma y deja impresa la noticia con lujo de detalles.

La radio, a pesar de los avances tecnológicos acaecidos en otros medios, la información y la comunicación sigue siendo la más rápida y la más instantánea, sobre todo a la hora de transmitir acontecimientos noticiosos de ultimísima hora. Otra cosa muy importante es que la radio no interpone barreras, sus mensajes son sencillos, es posible a la par desarrollar otras actividades, no es necesario saber leer, entretiene, es gratuita, no necesita estar dado de alta como abonado a ninguna cadena. En definitiva, es barata y no necesita de grandes y costosas infraestructuras para su realización diaria.

Aunque ya en el otoño de mis días tuve ocasión de hacer mis pinitos en televisión; por tanto completé la trilogía radio/prensa/televisión, lo cual me satisfizo –aunque no gratificó mi espíritu- ante el hecho de poder opinar de la forma que lo estoy haciendo hoy. La radio ha sido todo para el arriba firmante. Soy consciente que en los años sesenta irrumpe la televisión y aunque no se masifica en su uso, por aquello del escaso poder adquisitivo del momento, no termina de llegar a los lugares más recónditos de nuestra geografía. La radio estudia el panorama y de forma tímida propone un programa que luego se haría emblemático: “Hora 25”, de la Cadena Ser. Poco más tarde se produjo la incorporación de la Red de Emisora del Movimiento las Emisoras Escuela (Car). Ahí tenemos la radio todavía. El número de Cadenas se ha multiplicado y las emisoras lo han hecho por cien. Aunque bien es verdad que las emisoras locales, no dependientes de Cadena alguna, no aprovechan el tirón de ausencia competitiva local. Una lástima.