Publicado en "Información Jerez" en Febrero de 2005
Su Santidad Juan Pablo II es verdad, no hay más que verlo, está bastante mal, muy deteriorado –más que por los años, que cuenta muchos, por su Parkinson- pero ha tenido arrestos y fuerzas suficientes; primero para ir saliendo de este ultimo arrechucho, de lo cual me alegro y celebro, y también para enviar una muy severa regañina a nuestro Presidente del Gobierno José Luís Rodríguez Zapatero. Con todo el respeto que me merece el Papa, tanto por su senectud como por lo que representa, no estoy muy de acuerdo por lo que significa de injerencia en política interna; máxime dentro de un Estado aconfesional en el que ninguna religión tiene carácter estatal.
Si mal no recuerdo la Iglesia Católica es subvencionada por el Estado como consecuencia de la firma del Concordato Iglesia-Estado; acaecido precisamente antes de entrar en funcionamiento nuestra Constitución, dice que la Iglesia debe de autofinanciarse con las contribuciones que los fieles hacen a través de la Declaración de la Renta (IRPF). El Ejercicio pasado recaudó 90 millones de euros, pero como parece ser no le salen las cuentas se acordó –sin pasar el más mínimo análisis constitucional- una ayuda hasta llegar al montante de 138 millones de euros, más obras de conservación de iglesias, exención de impuestos y otros.
Por otro lado, no nos engañemos, la Iglesia Católica comienza a mover todos sus medios, modos y prácticas en pro de una campaña en contra de posibles leyes que vayan a permitir el matrimonio “gay”. Esto motiva que se estén haciendo valoraciones para solicitar la ilegalización de la Iglesia por atentar contra los derechos humanos. El asunto tiene migas y observo que existen demasiadas personas un tanto obsesionadas por estas cuestiones dimanantes del “sexo”. El arriba firmante cree que la opción sexual no debe de discriminar a ningún ciudadano, ni tampoco que esa otra unión heterosexual –considerado el matrimonio “verdadero”- justificarlo como único legal por su condición de matrimonio “procreador”.
En fin, también hay quienes justifican, y no debe ser el caso, los comportamientos homosexuales de aquellos dentro de la Iglesia donde existe en alguna comunidad verdaderos problemas de conducta sexual; por ejemplo en Austria, donde significativos miembros observan grandes problemas en su conducta sexual. Tampoco, ya digo, debe ser querer justificar tales prácticas, en determinado sector, como defensa y respuesta a una posición general equivocada de la Iglesia en estos conceptos. Claro está que tal como están las cosas en la Iglesia con respecto al tema sexual, no cabe la menor duda que uno se puede explicar ahora el por qué fue suspendido en sus funciones el cura José Mantero.- Lo que no tengo muy claro es si fue suspendido por ser “gay” o por no ser célibe.
Lo que es claro que la Iglesia en estos casos de pederastia –delito tipificado en el Código Penal- no ha condenado a ninguno de los curas que han sido denunciados, lo que supone –al menos hace pensar- una doble moral o forma de encauzar y culminar este tipo de delitos dentro de su propia casa. No obstante, todo hay que decirlo, Mantero se me antoja aparte de gay, un vulgar tramposo, que incumple sus compromisos sociales, libremente adquiridos de servir y obedecer a la Iglesia.
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