viernes, 15 de enero de 2010

Esperanza del mañana.

Publ. "Información Jerez" en Enero de 2005

En estos últimos días se está hablando mucho de la necesidad de explorar el universo a fin, entre otras cosas, de conocer a ciencia cierta como fue el planeta Tierra hace no sé cuantos millones de años. Para ello se está investigando en satélites que están ahora en una fase, no se si llamarle de expansión o formación, muy parecida al que tuvo nuestro planeta tiempos ha. Las ciencias han adelantado, bastante más de lo que pudo haber supuesto Don Hilarión y he aquí que se están recibiendo fotografías e incluso sonidos desde un artilugio (permítanme el nombre) que se ha posado en no se qué lugar del espacio sideral. La misión ha sido todo un éxito y muy pronto estaremos seguros, si es que no lo estábamos ya, de cuando, como y de qué forma tuvo inicio la formación de este planeta de nuestras penas, alegrías y también escarmientos.

Es el momento justo en que la ciencia ficción de paso a la realidad. Se acabaron pues aquellas previsiones de Julio Verne que, aunque a su forma y entendederas, fueron adelantadas a su época. Hoy nos causa risa la forma en que vieron nuestro presente y, sobre todo, los medios con los que pretendieron alcanzarlo. De cualquier manera ellos previeron algo y lo expresaron a su manera pero con mucho tino y acierto, salvando las lógicas distancias y teniendo en cuenta los conocimientos científicos que poseían, más bien insuficientes para tan altos vuelos. Desde entonces sabios, filósofos y hombres de ciencia se explayaron sobre las más diversas teorías e hipótesis en torno al tema de explorar otros universos y saber su ubicación con respecto al nuestro.

Están en estudio o en fase de demostración muchas teorías. Existen estudios e investigaciones en torno –incluso- a universos paralelos; hay quienes dicen que uno sería positivo, seguiríamos ante una de las leyes básicas de la Física, y otro positivo. Uno contrarrestaría la acción del otro, encontrándose así el conjunto en perfecto equilibrio y armonía. Sería en definitiva trasponer o trasladar toda la ciencia molecular y conocimiento del átomo a ese otro macroespacio universal.

La pasión de Verne fue la geografía, el mar, las expediciones a países lejanos y desconocidos. Su novela “Cinco semanas en globo” fue el primero de los cuarenta y tantos relatos de viajes extraordinarios que iba a escribir en cuarenta y cinco años. Tuvo la suerte de tropezar con el editor P.J. Hetzel que, dicho sea de paso, rechazó en un principio el boceto de “Cinco semanas en globo” por mal construido. Verne volvió a escribir la novela que fue, como se sabe, todo un éxito, dando a conocer su nombre a todo el mundo. Pronto, en el año 2008, se conmemorará los cien años de su fallecimiento.
Verne no hacia desembocar a los personajes de la novela en un conocimiento de la Tierra, más bien en una liberación del hombre con respecto a los elementos naturales. “Viaje al centro de la Tierra” sirve para comprobar que la imaginación del autor había sabido conjugar los elementos fantasiosos con los datos científicos del momento. Los que hayamos leído la novela recordaremos que el objetivo de los exploradores de llegar al centro de la Tierra fracasa; conforme van avanzando, las fuerzas naturales se desencadenan y acaban por lanzar a los exploradores por la boca de un volcán llamado Strómboli. Un siglo tan solo nos separa de Verne. No sabemos qué realidad nos deparará con respecto a lo que hoy pueda ser ficción o fantasía el transcurrir de otro siglo. Permitidme un mensaje: Esperanza en el mañana. Pero en todos los aspectos y facetas de la vida.

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