Publ. en "Información Jerez" en Mayo de 2004
Con la firma en Atenas el pasado día 16 de Abril del Tratado de adhesión de diez nuevos países, se culminó una etapa determinante para la ampliación en curso de la Unión Europea. El proceso de ratificación de dicho Tratado, que culminó en su aprobación por la vía de referéndum, fue organizado por las mayoría de los futuros Estados miembros exceptuando a Chipre. Últimamente, por dicha causa, se habló profusamente de este tema, entre otras muchas cuestiones, muy especialmente por lo que puede afectar a todos los españoles. La inclusión de diez países (Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia y la República Checa) originan, al contrario de lo que ocurrió entre aquellos otros estados fundadores -formado por países centro-europeos- no es precisamente el acercamiento o aproximación geográfica entre sí. Esto puede proporcionar en la Unión determinada desafección, despego común o falta de entusiasmo. No ocurre esto, por ejemplo, entre españoles y portugueses, los cuales, mantienen en vigor muchas costumbres comunes y sus culturas se asemejan e incluso son participativas en el transcurso de los siglos.
En verdad lo expuesto es lo que menos importa, quede tan solo como un dato de lo variopinto que puede ir siendo la UE, aunque solo sea en extensión, ya preocupante (para algunos), donde su economía y la fortaleza de su moneda única –entre otros muchos aspectos- va siendo muy valorado en el mundo entero. Bien es verdad que en la zona euro no se tienen que encontrar todos los países de la Unión Europea aunque puede ser ampliada gradualmente; caso concreto de Grecia. Ante todo lo que se pretende es dar a todos sus estados miembros la homogeneidad en los principios básicos: económicos, sociales, culturales, etc. Esto no es nada fácil porque cada uno de sus miembros debe de integrarse dentro de un orden uniforme tanto en sus derechos como obligaciones que derivan de aquel otro derecho de la CE/UE hacia todos los países miembros.
El punto de partida de una de las mayores crisis en el proceso de integración lo debemos de buscar en la Política Agraria Común (PAC), de fatal actualidad hoy por nuestros lares consecuente de nuestro algodón. Recordemos que Francia rechazó durante varios meses las actividades de la Comunidad Europea en la política agraria, y fue el llamado “Compromiso de Luxemburgo” allá por el año 1966 el que trajo la solución a los problemas creados. Los factores de la maleabilidad pueden estar, incluso, en el derecho secundario de la UE, que puede tratar de forma diferente e individual a los distintos estados miembros, con diferentes plazos de implementación o con la posibilidad manifiesta de que los países miembros establezcan las directices con velocidades diferentes.
Existe, como bien se sabe, un “período transitorio” en el contexto de la integración europea que mayormente está relacionado con la ampliación de la UE por los nuevos países. Un nuevo país puede llegar a ser miembro, y es un principio básico para la adhesión, la aceptación del acervo, o sea el cúmulo de los bienes en su conjunto en el momento de su ingreso en la Unión Europea. Las excepciones del Patrimonio Comunitario, es necesario que se negocien de una forma individual y se metan en el Tratado de Adhesión; por ejemplo en forma de un período transitorio.
En definitiva, esperemos que la admisión de dichos países a la Unión Europea sea, como así deseamos todos los europeos, de absoluta bondad económica y social, y colaboren en la formulación de una política exterior de seguridad común a fin de reforzar la capacidad institucional de la UE y que la ampliación abra perspectivas de adhesión a todos los países europeos que cumplan los criterios necesarios para pertenecer a la Unión. Así sea.
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