Pub. Información Jerez" en Agosto de 2004
“Por Apolo el médico y Esculapio, juro: por Higeia, Panacea y todos los dioses y diosas, poniéndolos de jueces, que este mi juramento será cumplido hasta donde tengo poder y discernimiento. A aquel quién me enseñó este arte, le estimaré lo mismo que a mis padres; el participará de mi mantenimiento y si lo desea participará de mis bienes…”. Es el comienzo del Juramento Hipocrático que, según tengo entendido, se realiza durante todas las ceremonias de graduación en casi todas las escuelas de medicina modernas. He leído en su totalidad el texto de este juramento y he advertido determinados incumplimientos entre algunos galenos.
Al ser hijo de ATS me crié, puede decirse que entre gasas, algodones, vendas, escasos medicamentos específicos y muchas fórmulas que cada médico, conocedor en profundidad de la farmacopea española, recetaba, y los farmacéuticos en la rebotica –ya inexistentes- preparaban al miligramo y despachaban. Ya eso no existe. La medicina afortunadamente es otra bastante más avanzada y cumple de forma más auténtica con el fin propuesto de sanar a los enfermos.
Los protagonistas encargados de llevar a cabo el arte de curar también han cambiado bastante. Tanto es así que desde dejar al enfermo debajo de la almohada unas pesetas, con el fin de que cubriera la principal y necesaria función de supervivencia como es comer, hasta cobrar en la actualidad sumas exorbitantes de euros en las consultas privadas va todo un abismo de sentimientos, reconcomios y muy malas emociones. Los médicos deberían volver a utilizar en la práctica de la medicina aquella sensibilidad de nuestros médicos de principio y mitad de siglo XX con la ventaja de las nuevas técnicas. Saldríamos todos ganando -el enfermo hoy no necesita ningún recado económico debajo de la almohada- pero sí mucho amor, mucho cariño, afecto y ternura, y mucha comprensión; sobre todo eso, saberle interpretar sus dolencias y sufrimientos.
Saber unir los conceptos médicos de Hipócrates y los conceptos preventivos de la Diosa griega de la salud Higeia (de ahí la palabra higiene), aparte de la ética en el desempeño de la medicina, daría muy buenos resultados de cara al paciente. Mónica Perea Bernal es una joven médica jerezana que se dan en ella todos los conceptos precisos para poder ser determinada como una doctora de gran corazón, vocación decidida, formación científica extraordinaria, sensibilidad para atender al enfermo, reflexiva experiencia y una mente equilibrada y ecuánime que le hace poseer una fuerte vocación profesional y humanística,
Pues bien la doctora Mónica Perea se va, mejor dicho nos la quitan como médica de Zona (creo que se denominan así) porque otro médico, con más antigüedad o mejor número en el escalafón correspondiente, hace valer sus derechos y toma posesión en breve. Una vez más la puñetera burocracia, incomprensible en muchas ocasiones, nos priva de algo que todos queríamos y había entrado en los corazones de no sé cuantos cientos de asegurados que ella tenía asignados. La única intención del arriba firmante es dejar reflejado su buen hacer como prueba de reconocimiento a su labor y la gran injusticia del sistema impuesto. Ojala pudiera servir para que un día no muy lejano podamos elegir, como en política, nuestros propios médicos. Mónica Perea ha sido un
2 comentarios:
Mas bien es un diablo, si contara lo que es capaz de hacer, sin importarle hijos, ni familia ni nada...Es un ser impasible y está vendida a la industria farmaceutica
coincido con el comentario anterior, la tenia como medica, y sin verme ni mandarme a ningun psiquiatra me diagnostico esquizofrenia y me receto el peor antipsicotico que hay, el haloperidol, todo esto sin yo enterarme de nada, y lo gracioso que ya no se puede borrar esa enfermedad del sistema informatico
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