sábado, 16 de enero de 2010

Ni Alejandro ni Ortega.


Publ. en "Información Jerez" el 27.Abril.2004

Genio y figura hasta la sepultura. Nunca mejor dicho esto con referencia al Presidente del Partido Andalucista Alejandro Rojas Marcos. Fue genio -nadie lo discute- por su imaginación; sobre todo a la hora de intrigar, y como quiera que donde fuego hubo rescoldo queda, su pretendida y supuesta dimisión lo hace tomando decisiones no exentas de maquinaciones y maniobras que en un lenguaje más coloquial las catalogaría de chanchullos. Por eso, expira políticamente, como no podía ocurrir de otra forma, con ciertos enredos.

Su relevo de la presidencia del Partido Andalucista se anuncia momentos después de que el Secretario General Antonio Ortega avisara que iba a llevar al próximo Congreso la extinción del cargo de Presidente. Ya se sabe, cuando las conveniencias de Rojas Marcos cuadraban de una forma favorable a sus intereses personales se arropaba en la Secretaría General, y cuando el abrigo se le hacia difícil se cobijaba en la Presidencia. Lo importante era estar en púlpitos desde donde hacer valer su “santa” voluntad, que es lo que siempre hizo. Rojas Marcos sabe que la presidencia –comodín de su dualidad en el manejo político del partido- se le iba a terminar. Por eso inicia una huida hacia adelante y trata de llevar a la militancia y ciudadanos la imagen de un político del cual parte la iniciativa de una nueva refundación. ¡Un jamón con chorreras!

De todos es de sobra conocido que el andalucismo, aunque siempre se haya pregonado como doctrina de progreso, quedó anclado hace bastante tiempo como consecuencia de las disputas y peloteras internas entre los sempiternos mandamases que provocaron, más que pluralidad y libertad en la exposición de los pensamientos, numerosas familias capitaneadas, entre otros, por los distintos alcaldes: Moreno, Patricio, Pacheco, el propio Rojas, etc. Eso no es todo, aquí mismo en Jerez, ya incluso se subdividen las apetencias de poder con nuevas escisiones –recordemos a Pacheco, Hurtado y Andrade que lideran tres partidos andalucistas distintos - que curiosamente no se caracterizan por promover acciones ideológicas distantes entre sí-, es más bien una división, una rotura por donde se pierden energías (y votos) como consecuencia de la falta de entendimiento que existió siempre y existirá entre los andalucistas.

A estas alturas Rojas Marcos ya no va a engañar a nadie, menos aún si piensa que el ser referente dentro del partido por motivos históricos le exime de responsabilidades al decir que “la doble imagen que se está dando le hacia daño al partido”, en referencia clara al sector crítico del mismo, ni tampoco va a rescatar credibilidad en el anunciado próximo Congreso donde pretende presentar de forma oficial su dimisión como presidente. Ahora bien, eso sí, encabezará la lista en las próximas elecciones europeas. Eso que según él su renuncia como presidente “es bueno para el cambio pretendido dentro del partido”.
Tanto Antonio Ortega, Secretario General, como el resto de la ejecutiva del partido han declinado con buen criterio hacer valoraciones en torno a las declaraciones de Rojas Marcos. Ahora bien, sigo pensando que ni Alejandro, ni Ortega…

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